Carta abierta al hospital de fuenlabrada

Por Jagonzalez

Permítame el lector, como en enero de 2017, usar un tono personal en lo que sigue. Este es un foro científico, de difusión, de intercambio, de compartición y de sana controversia. Aunque no lo parezca, eso se da también en la cotidianidad de la antención sanitaria.

En su dimensión más cercana,  en el trato, el contacto, la mirada de nuestros pacientes y de sus familiares. La ciencia lo abarca todo, no es aséptica, aunque a veces lo parezca. La comunicación, la percepción, la emoción, el pensamiento, la motivación, son procesos estudiados y que rodean cualquier intervención terapéutica. Lo vivimos, lo transmitimos, lo observamos, lo enseñamos, lo aprendemos para que el resultado de nuestros cuidados consiga curar, aliviar, tranquilizar, acompañar, motivar o digerir sentimientos dolorosos. A veces discrepamos de compañeros, de familiares o de pacientes en la dirección que deben tomar sus cuidados, sus comportamientos, su manera de afrontar la contrariedad, y debemos encararlo con el fin de que eso no perturbe en exceso el espíritu del cuidador y del enfermo.

Sí, tratar también es eso. Cuando el profesional sanitario se pone al otro lado se percata de lo que supone ser enfermo, paciente, padeciente, familiar. Y nos damos cuenta, en propia piel, de la importancia que tiene nuestro trabajo, no por vanidad o vanagloria, sino porque reconocemos en nosotros esa necesidad del buen hacer, del buen trato, de la palabra de aliento o del silencio, de la demostración de saber y del reconocimiento de las limitaciones propias o del sistema de cuidados. No lo olvidemos. Recordémoslo en esos días de desaliento, de desgana, de disgusto, de sensaciones turbadoras que nos distraigan o desmotiven. 

Desde aquel 2017 hemos estado a este y al otro lado. Entonces reconocimos el buen hacer del «El Clínico«. Nos pareció necesario. En todos estos años el Hospital Universitario de Fuenlabrada ha sido al que hemos recurrido en muchas ocasiones. El mismo familiar, distintos procesos, que nos recordaban el valor de contar con una «seguridad social» que atienda, con solidaridad comprometida de todos, la enfermedad propia y de los nuestros. Hemos llegado a un final.  Y en ese tránsito nos hemos sentido cuidados, acompañados, atendidos, atalantados. Por eso, una vez transmitido directamente al hospital y su profesionales, quiero publicar mi reconocimiento a mi hospital, en toda la extensión de lo que eso significa. 

 «Dicen que es de bien nacido ser agradecido. Cuando además te sientes perdido, vulnerable, frágil, sentir el apoyo, el consejo, el cuidado cobra aún mayor relevancia para ese agradecimiento. Es el caso de muchos pacientes, también de mi familiar y mío como su acompañante.

El Hospital Universitario de Fuenlabrada nos ha atendido en muchas ocasiones y en varios procesos desde hace varios años. Sería muy prolijo nombrar los que lo hicieron en Ginecología, Oftalmología u Otorrinolaringología. En estos últimos años fueron los profesionales de Geriatría, Dermatología, Radiología, Oncología, Radioterapia y Cuidados paliativos. Sería injusto nombrar a algunos y dejar de hacerlo con otros muchos. Han sido trabajadores de distintas disciplinas, con trato más próximo y continuado como médicas, enfermeras, auxiliares de Enfermería o técnicos de radiología y radioterapia, con los que la relación llegó a ser, además de profesional, personal. Otros muchos también participaron de manera más puntual como celadores, administrativos o voluntarios. Todos ellos hicieron la atención más fácil, más llevadera, con algunos momentos más complicados y dolorosos. El buen hacer profesional y técnico, la atención con calidad científica, con toda la importancia que ello tiene cuando la enfermedad llega, no supera la calidad y calidez del trato que mi familiar percibió y reconoció muchas veces. En los últimos meses, cuando las consultas se transformaban en una charla tranquila, una escucha reposada, unas palabras que daban algo se seguridad en un futuro predecible pero incierto, ese trato humano prevalecía sobre lo demás.

[…] trasladen a los profesionales, todos, de los servicios y unidades mencionados, nuestra enorme gratitud por el tratamiento y por el trato dado a una de sus pacientes y a los que la acompañamos como familia. Y que sirva también para animarlos en continuar su trabajo con la prestancia que mi familiar sintió».

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