Creo que debo mostrar algunas imágenes de la vida de Deir (así llaman los sirios a Deir ez zur). No logran mostrar la verdadera naturaleza de una ciudad generosa, amable y afable, hospitalaria, donde vi las primeras sonrisas deshinibidas de mujeres vestidas con vivos colores, sin velos tapándoles la cara e incluso amamantando a sus bebes en plena calle o mercado, y ello a pesar de que la guerra fabricada por USA contra Irak estaba tan solo a unos kilómetros, pero creo que logran transmitir una cierta imagen de tranquilidad y de ver la vida pasar, con humildad.Mi gratitud y amor hacia personas, muchísimo de ellos beduinos, que abrieron sus corazones y sus casas para recibirme y que disfrutase de mi viaje, sigue presente en mí cada día de esta absurda guerra.Deir es llamada “la Babilonia siria”. Después de recorrer kilómetros y kilómetros de desierto, te encuentras un vergel, alimentado por uno de esos ríos míticos, del que siempre oíamos hablar en las clases de geografía, el Éufrates.Me sentí como en casa, todo era muy familiar, la gente te llevaba en sus motos o bicicletas sin casi saberpronunciar tu nombre; se mostraban contrariados por el rechazo de una taza de te (posiblemente ya había tomado más de diez ese día); que mostraban su mejor cara, por algo tan universal y humano como la hospitalidad.Por eso, cuando ahora ellos nos piden hospitalidad y veo que se les taponan las fronteras, me duele el corazón…..Siria comienza a ser una gran mancha negra en el corazón de Occidente, aunque para muchos de nosotros sea también una lagrima en nuestro corazón, ya que la muerte de una sola persona en este conflicto anacrónico es un gran fracaso colectivo.
17 de enero de 2016J.P.