"Raul Domingo Toledano: Magnífico Joan, después de idolatrar a Pepe Carvalho yo he continuado adorando a Montalbano, de Camilleri. Un saludo.
Joan Gómez Pallarès: Muchas gracias por tus palabras, Raul! Por supuesto, tienes toda la razón: yo me quedaba en este post con MVM, Carvalho y Biscúter. Pero hay vida más allá de Bangkok, sin duda, y se llama Andrea Camilleri!!! Su última novela, Il campo del vasaio, es, para mí, la mejor de la serie: una delicia, también en aquello que ahora más nos une, ese espíritu canallo-goliárdico que va del Raval barcelonés a la playa de Marinella. Hay una cosa que nos une a todos, Raul: de MVM a Carvalho y Biscúter, de Camilleri a Enzo y Adelina, de Alfons a todos nosotros: el pescado azul!!! Cuando salen esas sardinas con cebolla de la nevera de Montalbano, sonrío feliz. Por eso elegí los jureles, claro...fue el supremo homenaje a algo que he intentado sintetizar en este post. Por lo demás, esta última novela tiene algunos pasajes gastronómicos deliciosos: esos cannoli gigantes con moscato di Pantelleria en el despacho de Pasquano...y ese brevísimo diálogo entre camarero y Montalbano (en su exilio de Génova) que, cómo no, es literalmente un pedazo de lo que viví ayer. Una trattoria que muestra los peces en vivo y en directo y Montalbano que negocia el segundo con el camarero. Le dan pena esos peces tan vivos...y no se le ocurre preguntar otra cosa que "¿Y una escalopa a la milanesa podría ser?". El camarero responde solícito: "sí, si se va a Milán, sí". Y acaba comiendo, cómo no, un estupendo lenguago, como mi compañero de mesa comió sus espárragos con aceite y no con mahonesa!
R.D.T.: Hola Joan, comparto plenamente tu valoración de El campo del alfarero y creo también que Salvo tiene predilección por el pescado azul: los salmonetes como los hacen en la Osteria de San Calogero, en Porto Empedocle, o la trattoria de Enzo, salmonetes de roca grandes sobre un lecho de patata panadera regada con fumet de pescado, cubiertos de limón en finas láminas y al horno, rellenos con salsa de espárragos o sencillamente fritos.Y los canoli siempre evocadores de la escena de El Padrino III en la que Connie envenena a Don Altobello en un palco de la ópera. Acabo de leer la nueva novela de Camilleri, El traje gris, magnífico relato aunque no pertenezca a la serie Montalbano, en el cual aborda las complejidades de unas relaciones matrimoniales que son presentadas a través de una mujer como mantis religiosa y en ella volviendo al pescado azul aparece un nuevo guiño esta vez bajo la forma de un plato de pasta con atún.
J.G.P.:Esta última novela de Salvo Montalbanao está especialmente sembrada, tanto en la propia intriga como en las referencias gastronómicas. Puede que la trattoria de Enzo quede menos visible pero yo, mañana mismo, me hago la receta de Adelina: unos suaves cortes de atún fresco a la brasa, poco hecho, acompañados de gambitas peladas y todo ello, aliñado con una vinagreta. Todavía no he entrado en esto, pero hay situaciones en las que los "extremos" se tocan: hablo de Venezia y de Sicilia. El mar las hermana, el pescado azul también. Hoy he estado de nuevo en el incomparable I Xemei, deBarcelona, donde he tomado unas sardinas en sazón (cebolla, suave vinagreta), que eran un escándalo. He seguido con una caballa fresca a la brasa, unos boquerones marinados sobre tomate troceado y unos bigoli venezian (la pasta más veneciana), que llevan una salsa emulsionada de cebolla, anchoa y un punto de vinagre y limón. No será la Osteria de Porto Empedocle ni será siciliana, pero en Barcelona tenemos mucha suerte de tener I Xemei. Entre ayer y hoy prometo que siento cómo Carvalho y Montalbano corren salvajes por mis venas!"
Seguro que habrá otros locales en Barcelona, pero por ahora, los dos que más me devuelven el espíritu entre goliardo, cómplice, sonrisa picarona y amplio abanico de socarronería y matices, acompañados de algunos grandes platos italianos, son dos: en la foto superior, tienen Ustedes unos extraordinarios "morralets" (pulpitos) a la brasa con polenta (etérea, sápida, enorme) de I Xemei, en la falda de la montaña de Montjuïc. Sus dueños y su cocina son la quintaesencia de la mediterraneidad, sin más. Les quiero. Lo saben. En la foto inferior, una taza de buenísimo café servido por uno de los mejores profesionales, italiano, de la ciudad, Thomas Rossini, del Nuvola café. No es, stricto sensu, un restaurante italiano, pero sirven platos italianos siempre (con un menú a un precio muy conveniente), tienen una buena selección de vinos italianos y está de cojefe Thomas. Punto y aparte para él. Es el tipo más serio y divertido de la ciudad. Nunca sabes cuándo te la pega. Tiene complicidad y empatía absoluta con cualquiera que entre al local. Sabe qué dar a quién darlo y lo hace con una sencillez y suave espíritu socarrón que me tienen subyugado. Es, además, el local de la ciudad donde te puedes tomar un gran café con uno de los mejores amari de Italia: el Riserva Speciale 1999 de Bràulio (de Bormio: no os perdáis su web!), la quintaesencia de los amari, seco pero amable, contundente pero sedoso, fresco y digestivo, la Valpolicella y sus montes metidos en una botella.
Si alguien quiere saborear la conexión Carvalho-Montalbano en Barcelona, no tiene más que trazar una ruta entre Mam i Teca, I Xemei y Nuvola Cafe. Ha sido un placer.