Según publica hoy el diario EL MUNDO, el ex presidente catalán Jordi Pujol, su esposa y sus hijos tienen una cuenta en Suiza, concretamente en Lombard Odier, con un saldo de 137 millones de euros. La información le habría llegado al diario madrileño desde fuentes policiales, al filtrarse desde la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) el "borrador" de un documento resumen de investigaciones al parecer paralizadas por alguna autoridad competente. La UDEF habría rastreado en Suiza una fundación-tapadera de la familia Pujol Ferrusola, de la que en conjunto pende al parecer "un racimo de ocho sociedades". En total, como decía 137 millones de euros.
Dice El Mundo que "tras esta entidad (la fundación detectada), los investigadores señalan que se encuentra la familia Pujol. "Sus beneficiarios finales son el matrimonio formado por Jordi Pujol y Marta Ferrusola y sus hijos Jordi y Oriol [éste último, secretario general de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC)]".
Como que estamos en campaña electoral y todavía falta una semana para el día de las elecciones, seguramente en breve tendremos más material informativo sobre este asunto. Cabe la posibilidad de que siguiendo su costumbre, EL MUNDO dosifique las revelaciones al modo del tormento de la gota malaya (o china, según otros) para hacer un destrozo mayor que si se facilitara de un solo golpe. Naturalmente el señor Jordi Pujol Soley ya ha anunciado una querella judicial contra el diario del esforzado buscador de la verdad e inmarcesible periodista Pedro José Ramírez, que ya veremos en qué se concreta si es que realmente se llega a presentar.
Para aquellos a quienes pille de sorpresa tal revelación de lo que por ahora son presuntos delitos, habrá que recordarles que el señor Jordi Pujol ya protagonizó el caso Banca Catalana hace más de un cuarto de siglo. Banca Catalana fue el mayor pufo bancario de la historia de Europa hasta la crisis financiera de 2008, al desaparecer de la entidad bancaria 500 millones de pesetas de la época, desviados al partido fundado por Pujol, Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Banca Catalana se creó precisamente para allegar recursos financieros con los que poner en pie CDC y otras organizaciones de la llamada "sociedad civil" catalana postfranquista, todo ello bajo el lema "fer país" (hacer país); es decir, el banco fue la fuente nutricia original del entramado organizativo instrumental sobre el que se ha venido sustentando desde entonces la hegemonía política, económica, social y cultural de la burguesía catalana en la que ellos consideran su finca.
El caso Banca Catalana se saldó con una monumental bajada de pantalones del gobierno de Felipe González que impidió que Pujol acabara en la cárcel, luego de que una impresionante movilización de esas organizaciones alimentadas en las tetas de Banca Catalana denunciara en la calle las "maniobras del Estado para acabar con Catalunya", identificando según su costumbre el país con sus intereses particulares. Para mayor escarnio, sobre esa movilización se construyeron precisamente las sucesivas mayorías electorales absolutas pujolistas al frente del Gobierno de la Generalitat catalana. Y es que la burguesía catalana le vio las orejas al lobo, y se empleó a fondo en la coacción de un Estado con mala conciencia y con un gobierno que prontó se encontró en situación de debilidad..
De esos polvos nacieron los lodos de decenas de casos en los que anduvieron implicados dirigentes del llamado "Sector Negocis" de CDC, sin más consecuencias que algunas retiradas políticas anticipadas. Algunos de esos figurones continuaron operando en lo suyo sin problemas, como conocimos hace un par de años tras la detención de Macià Alavedra, antigua mano derecha de Jordi Pujol, y de su ex secretario político y personal Lluís Prenafeta, procesados por dirigir la más gigantesca empresa de blanqueo y evasión de capitales conocida nunca en España.
Gracias al caso Palau de la Música, por otra parte, supimos hace unos años que las princiales empresas constructoras españolas financiaban a CDC a través de la Fundación Trías Fargas, y que la tarifa de comisión cobrada era el 3% sobre toda obra pública adjudicada en Catalunya, tal como denunció Pasqual Maragall en el Parlament catalán ("ustedes tienen un problema, y se llama 3%"), aunque una vez más un político de izquierdas no tuvo agallas para seguir adelante y poner nombre y apellidos a quienes además de canalizar fondos para el partido nacionalista catalán se lucraban personalmente con esas operaciones. Días antes de que tomara posesión el primer Gobierno Tripartito, un empresario catalán denunció antes el juez que un alto cargo de la Generalitat convergente saliente le pidió el 20% como comisión por una obra: "¿Y qué quieres? nos vamos dentro de unos días, y hay que hacer caja rápido" le explicó el corrupto. Obviamente, la denuncia cayó en saco roto, como siempre.
Y es que alrededor de Jordi Pujol han orbitado siempre elementos corruptos vinculados al poder judicial en el sentido real del término, caso de su abogado de toda la vida, Joan Piqué Vidal, su defensor en el caso Banca Catalana, que fue encarcelado años más tarde por corrupción; o el juez Lluís Pascual Estivill, a quien CiU hizo miembro del Consejo General del Poder Judicial español y que andando el tiempo también hubo de pasar una temporada en la cárcel por la misma causa.
De la familia Pujol hace años que se señala al hijo mayor, Jordi Pujol Ferrusola, como un empresario especialmente "emprendedor" y metido en cualquier clase de negocio que arroje beneficios ocultos, en asociación con los personajes más oscuros del empresariado catalán, incluido algún estafador en tiempos repetidamente reclamado por la justicia española vía BOE. Al primogénito de Pujol se le acusa ahora de manejar la máquina de blanquear dinero recibido por su padre, capitales que en parte se habrían invertido en hoteles y resorts en México y en el 30% de la propiedad de Puerto Madero, la zona de ocio y servicios de lujo de Buenos Aires.
Enredado en la trama andaría Oriol Pujol Ferrusola, el príncipe heredero y programado president catalán para 2016, quien junto con otros cachorros hijos de viejas figuras de CDC habrían tomado el relevo del Sector Negocis del partido en la tarea de amasar fortunas personales que inexplicablemente crecen como la espuma. Y desde luego también doña Marta Ferrusola, la madre del clan, dueña en su día de una mínima floristería de barrio convertida por mor del cargo de consorte casi real de su propietaria en Hidroplant, una empresa que durante años ha acaparado el suministro de flores a cuanto acto oficial de algún relieve se ha celebrado en Catalunya. En 1995 plantó y cobró el césped del Camp Nou, aunque días después tuviera que ser arrancado y repuesto por otra empresa dada la mala calidad del sumistrado por la Ferrusola.
Otras informaciones que vuelan hoy por Internet dicen que para Artur Mas también pintan bastos, que en este caso apuntan a cuentas en paraísos fiscales de su padre, Artur Mas Barnet, imputado por el juez Santiago Pedraz en una causa por fraude fiscal que no se llegó a ver dado que el padre del presidente catalán falleció antes, en 2010. A Mas Barnet le pillaron en 2008, cuando el gobierno alemán compró un disquette robado con los nombres y cuentas de miles de europeos que esconden su dinero en Suiza. Según publicó EL PERIÓDICO DE CATALUNYA en noviembre de 2012 remitiéndose a EL MUNDO, el actual president catalán era "beneficiario" de ese dinero entre 1997-2002, época en la que fue conseller de Economía de la Generalitat catalana La información del fraude fiscal cometido por Artur Mas Barnet llegó a la Agencia Tributaria española, quien se enteró así de que el señor Mas padre había escondido su dinero en Suiza y Liechtenstein durante 24 años.
En fin que mientras nos repiten que Catalunya no es España, algunos se han empeñado al parecer en convertirla en un cantón suizo más.
Me olvidaba decirles que todo esto son presunciones, faltaría más. Aquí, en Catalunya, no ocurre como en España, ya saben, ese país de ladrones: en mi país por el contrario, todos los políticos burgueses son patriotas y honorables. O eso intentan hacernos creer.