Dicen los antiguos, la gente de la mar, que ésta, la mar, en Enero se calma, se aquieta, se vuelve plácida hasta casi caer en una especie de quietud somnolienta sólo turbada por el cadencioso ir y venir de las pequeñas olas o por el graznido de las gaviotas en su revolotear.
La mar a veces blanca y brumosa, otras azul, celeste e incluso pintada con los grises está quieta, tranquila, como dormida….todos ésos colores marengos con los que se viste casi cada día en su superficie, es arañada a su paso por el leve oleaje, efímeros caminos de leve espuma dibujados por la quilla de algún barco; rayas pintadas en la mar que serpentean por el chapoteo de los pesados remos de madera que mueven al unísono los jabegotes, hombres de la mar al compás de sus viejas canciones, perdidas ya en el aire y en el recuerdo.
Contaban mis mayores, marengos del Palo que en los días de Enero, llegaba el “calmazo de la mar”, hecha un plato, fría pero mansa.
Así, también lo recuerda y me lo recuerda un paleño, hijo, nieto de antiguos calafates, ésa profesión hoy ya casi extinguida, buen amigo y seguidor de “Mi Cocina”,Paco López.
Recuerdo que los marengos aprovechaban para fondear las embarcaciones, se les quitaba el bitoque y se dejaban semi hundidas, ancladas y amarradas con una beta a tierra, servía para curar la madera antes de repintarlas y así también se libraban de “bichillos”. Así siempre ocurría, éra la calma de Enero malagueño.
Y yo pienso: estará cansado el mar y se toma un respiro en Enero; pero igual la mar nunca se cansa, es infatigable, sólo que se ha parado a pensar, a recordar y añorar a aquellos pescadores que tiraban del copo a quienes regalaban su sustento para que siguieran manteniendo la cultura, la costumbre que generación tras generación fueron haciendo historia….y que hoy, casi se ha perdido.
Me cuenta Paco López que a finales del XIX, incluso a principios del siglo XX, existía en El Palo, en Málaga, la Hermandad del Mar; eran unos religiosos que asistían a las gentes de la mar, éstos frailes pedían a los pescadores malagueños que en sus sardinales pintaran de negro a todo lo largo de las barcas, en el borde de la tabla de llave, una raya a modo de cinta en recuerdo de los que perdieron la vida en el mar, faenando, pescando. Cuando la gente de fuera de Málaga veían a lo lejos una barca malagueña decían: ¡¡ Ése es boquerón ¡! ¿No ven la raya negra?
Así se ve la jábega de mi abuelo con una raya negra, “Los Calafates”, la familia de Paco guardaban la foto de la barca de mi abuelo, La Maria del Carmen (nombre de mi abuela), llamada "La Rosilla", fondeada en el rebalaje del Palo en días de la mar en calma de Enero.
Hoy descansa eterna, dormida, soñando con la mar malagueña, en el Museo Maritimo de Barcelona.
Aquellos sardinales malagueños también se adaptaron como almejeros, en vez de utilizar el arte de red, pescaban con rastrillo; en la cubierta de la parte de popa se adaptaba un cilindro con cuatro manerales en los extremos que se accionaba entre dos marineros utilizando piernas y brazos.
Se denominaba molinete y con él, a través de una veta, se recogía un rastrillo que había sido calado en el fondo. Era preciso fondear con anterioridad el barco por proa.
Este tipo de pesca se utilizaba sobre bancos de arena y su objetivo era la pesca de bivalvos: cañaillas, coquinas, búsanos, conchas finas y sobre todo almejas……
Ésas almejas que nunca faltaban en la cocina de mis mayores….
en los gazpachuelos, salteadas las deliciosas “chupi tiras” o en una cazuela; como la que hoy, al más puro estilo marengo, he preparado en “Mi Cocina”.
Hoy le he añadido como hacían antiguamente verdura de temporada, en ésta ocasión alcachofas; pero les animo a incorporarle chicharos (guisantes) o las semillas de las habas e inclusive langostinos o gambas…les encantará.Tal y como publiqué en el año 2012 (AQUI tienen la receta)
Hoy la he preparado más clásica, más tradicional y sencilla...más humilde.
Ingredientes para cuatro personas:
250 grms. de almejas (uso las de Málaga, reconocerlas es bien fácil por su color, tamaño y textura de la concha), un tomate maduro grande, un pimiento verde (tipo italiano), una cebolla pequeña (blanca, dulce, tipo cebolleta), cuatro dientes de ajo, una patata grande, un “puñadito” de fideos gordos (el nº 4 de la marca Gallo es el que suelo usar, por comensal), una cucharada pequeña de pimentón dulce (pimiento molido), una cucharada de colorante alimentario, litro y medio de agua, medio vaso de aceite de oliva virgen extra, sal y una ramita de hierbabuena por comensal.
Los pasos a seguir:
Dejar las almejas sumergidas en agua con sal, a fin de que suelten la posible tierra que puedan tener en su interior, durante una hora aproximadamente.
Cortar las alcachofas quitando las hojas más duras y cortando las puntas, restregar con limón para que no ennegrezcan y reservarlas metidas en un bol con agua.
En una cacerola echar el aceite de oliva virgen y pochar a fuego lento la cebolla, los ajos y el pimiento cortado en trocitos pequeños, removiendo continuamente, cuidando de que no se queme.Pasado unos minutos agregar al refrito el tomate y dejar que se poche con el resto de las verduras.
Subir el fuego y antes de que comience a hervir agregar las almejas, la patata cortada en rodajas (con un grosor de unos 2 cmts. más o menos), la alcachofa y el colorante alimentario, salando al gusto.
Llevar a ebullición y a los diez minutos agregar los fideos, dejando cocer a fuego medio otros diez minutos aproximadamente (va en función del grosor de la pasta). Apartar del fuego y servir muy caliente, poniendo en cada plato una ramita de hierbabuena
Poner una cacerola con agua y echar las almejas, la patata cortada en rodajas (de un grosor de 2 cmts.) y llevar a ebullición, espumerear.
Añadir el refrito, el colorante alimentario y las alcachofas, probar de sal y dejar cocer a fuego lento durante veinte minutos aproximadamente.
¡¡ Buen provecho y recuerden mi consejo: disfruten de Málaga, de su historia, de su cultura, sus paisajes, sus bosques, sus pueblos blancos, de su sol, de la riquísima gastronomía….y de la mar !!