Cazuelita de sardinillas en conserva con tomate cherry y aceitunas rellenas de anchoas.

Por Carmenrosa @MicocinaCR
Abro los ventanales del salón y al descorrer las cortinas y los visillos entra una tenue y cálida luminosidad al salón; el viento mueve el frondoso jazmín, sus hojas se mueven al compás con la suave brisa que se ha levantado presagiando los tan ansiados días nublados y la necesaria lluvia que no termina de llegar.     

Dando el compás a la música que suena de fondo, escucho los suaves acordes y la melodía perfecta de “manos lentas”, ésa canción llena de nostalgia y emoción Tears in heaven (Eric Clapton).

Sentada en el salón me dispongo a leer cuando observo que pone a mi lado mis “arreos” de costura; me recuerda ése dobladillo caído y mi tira del camisón….es la mañana perfecta para “remiendos”.

Con las gafas color caramelo sobre la punta de la nariz, como solía hacer mi madre, me dispongo a coser…..el canto de los pájaros, el sonido de la música y del hilo al pasar entre las telas me hace volver a aquella alegre habitación de suave color verde claro.   Desde la ventana en el mes de Mayo se veía el campo lleno de margaritas, rojas amapolas y flores de color azul, de cuyas paredes colgaba las dos o tres jaulas de canarios; de ellas nos caía en la cabeza el alpiste junto a los trocitos de lechuga y semillas de pimientos que mi madre con dulzura les colocaba cada mañana.

Debajo de la ventana, la máquina de coser y en fila una tras de otra, las tres sillas de enea pegadas a la pared frente al largo mueble lleno de costura, vestidos, blusas, chaquetas y pantalones que tanto mi abuela como mi madre cosían “para la calle” como ellas decían.

Me sentaba con ellas, alguna que otra tarde, ayudándoles a quitar el sobre hilado y coser algún que otro dobladillo, incluso a pegar los botones.

-   Enhébrame la aguja, por favor…que no atino.  Madre mia…no es una aguja, es una “tranca”  me sólía decir mi abuela.

Y con las mismas palabras le pido a mi marido que me “ensalte” otra aguja más pequeña.Tenía una “tranca” entre mis dedos.

Comienzo nuevamente a dar “puntás”, hinco la aguja una y otra vez, con movimientos rítmicos como si mi mano fuese el de una profesora de armonía dando el compás, do, re, mi, la, sol… mientras mis labios, sin darme cuenta van moviéndose conforme fluyen mis pensamientos.

¿Por qué mueves los labios de ésa forma mientras coses? Me pregunta.-  Hablo sola, le contesto….-  ¿Y que dices?

-   ¡¡ Que entre puntá y puntá cabe una vieja “sentá”…..me estoy regañando, como hacían ellas, cuando al coser daba éstas puntadas que estoy dando ahora mismo, tan largas.  Había que hacerlas pequeñas, sin que casi se notaran ni por dentro, ni por fuera.

En la intensidad del momento, fiel al recuerdo de mi madre me sentí sobrecogida, mientras seguía escuchando el tintineo de las hojas de mi jazmin y el canto de los pájaros, a la vez escuchaba el pasar del hilo por las telas, la música triste que escuchaba contrastaba con las risas alegres de mi madre mirándome sobre sus gafas de color caramelo……mi abuela también me sonreía, sentadas las tres en aquel cuarto largo, ellas me miraban como cosía aquel dobladillo….

Levanto la vista de la costura, mi marido se ríe al verme coser, hablando sola, murmurando, con las gafas sobre la punta de mi nariz…..deseando terminar para poder entrar en la cocina, la costura no es lo mío, no tengo paciencia.

En mi cocina, es donde vuelvo a encontrarme con mi madre y con mi abuela, limpio las sardinas como ellas me enseñaron, como mi madre las preparaba en la empresa conservera que trabajaba en su más tierna juventud en las playas de El Palo; tal y como mis mayores conservaban éstas deliciosas “manolitas” malagueñas.  (Receta en éste ENLACE)

Una industria conservera que hizo que durante las primeras décadas del siglo XIX, entre Málaga y El Palo se albergara hasta trece fábricas de conservas de pescado.   La mayoría se dedicaron a la salazón de las sardinas, a la conserva de boquerones fritos en manojitos, de boquerones en vinagre e incluso de sardinas en aceite.  

Por cierto ¿sabían que éstos “fridores” como le llamaban, fábricas de pescado, despreciaban las cabezas y vísceras tanto de las sardinas como de los boquerones y con ellos hacían “guano” para abonar la tierra de las huertas y el aceite de pescado?.   Con ésos aceites se fabricaban jabones de tocador.   Todo se aprovechaba.

Con ellas, con las sardinitas en aceite preparo una deliciosa receta que les sorprenderá tanto como a mi.  Un GUISO DE SARDINAS EN CONSERVA CON TOMATES CHERRY, ACEITUNAS RELLENAS DE ANCHOAS Y ALGUNAS HIERBAS AROMÁTICAS, LIMÓN Y VINO BLANCO.    

Por cierto también pueden realizarla utilizando las sardinitas en conserva que pueden encontrar en cualquier supermercado o tiendas de alimentación.

¿CÓMO LA HICE?

INGREDIENTES:

Las cantidades en función de los comensales.En ésta ocasión para dos comensales.

12 sardinitas en aceite, medio lión y la ralladura de ése medio limón, 7 tomates cherry, ajos confitados, 4 dientes de ajo confitados (receta aquí), dos cucharadas soperas del aceite de los ajos confitados,un trozo de cebolla blanca dulce, una cucharada pequeña de orégano, una cucharada pequeña de hojas de tomillo fresco, una cucharada pequeña de alcaparras, seis aceitunas verdes rellenas de anchoa, dos cucharadas soperas de vino blanco, sal (he usado sal negra en escamas para darle un toque de color).

La receta de los ajos confitados la tienen en ÉSTE ENLACE..

LOS PASOS A SEGUIR:

Cortar la cebolla en juliana.   Lavar los tomatitos y secarlos con papel de cocina.

En una sartén echar el aceite de oliva de los ajos confitados. Poner a fuego medio y colocar el limón junto con los tomates, los trozos de cebolla,los dientes de ajo confitados, el orégano, el tomillo y la ralladura del limón.

Remover a fin de que la cebolla tome color con cuidado de que los tomates no pierdan la piel. Agregar las alcaparras y las aceitunas.

Sacar el limón y exprimir todo su zumo sobre la sartén.   Añadir el vino dejar reducir unos segundos y apartar del fuego e incorporar las sardinitas.

Servir caliente, sazonando con las escamas de sal negra.

¡¡Buen provecho!!