La cebolla es muy sabrosa y nutritiva, pero el mal olor de boca y de manos o el lagrimeo que se produce al cortarla, puede ser un handicap a la hora de elegirla como ingrediente en nuestro menú diario.
Lavarlas en agua fría, ponerlas en el congelador, cortarlas con un cuchillo muy afilado y/o mojado en agua o limón son algunas de las técnicas populares que según algunos, funcionan. A mí, hasta el momento no me han funcionado (Mis ojos siguen lagrimenando según día).
A pesar de eso, insisto en incluir algo de cebolla en mi dieta habitual. ¿Por qué? Es muy versátil en la cocina y sus múltiples propiedades y delicioso sabor me tienen encandilada, como un ingrediente más en ensaladas, guisos, como guarnición o hasta en la mismísima sopa (la de cebolla con queso es exquisita!!)
Es rica en minerales (magnesio, cloro, cobalto, cobre, fósforo, yodo, níquel, potasio, silicio, cinc, azufre, bromo), y en menor cantidad vitaminas (C, A y algunas del grupo B) y antioxidantes (flavonoides y compuestos azufrados) y una pequeña cantidad de proteínas (algo más de un 1%).
Los compuestos azufrados que forman el aceite esencial de la cebolla ejercen una acción antibiótica. Especialmente útil en infecciones respiratorias, tanto por vía interna como externa. (¿No habéis oído nunca el "truco de las abuelas" de poner media cebolla abierta en el dormitorio para evitar la tos nocturna?).
También, contiene un fitonutriente conocido glucoquinina, la cual es una sustancia hipoglucemiante que ayuda a regular el nivel de glucosa en sangre, por lo que puede ser un excelente aliado para aquellos que tengan problemas de diabetes o exceso de azúcar en sangre.
¿Y vosotros? ¿Os gusta la cebolla? ¿Lloráis al cortarla? ¿Tenéis algún truco para evitarlo? ¿La soléis incluir en vuestros platos diarios? ¿Cuáles? ¿Cómo? Estaré encantada de leer vuestros comentarios!!!
Besos desde mi blog!!!
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