Los cuatro, como hábiles alquimistas del sonido, convierten las notas en fuego, en agua, en bosques y en cuentos, sin necesidad de voces, solamente usando el enorme poder evocador de su música.
El público a ratos melancólico y a ratos poseído por el espíritu festivo que incitaba a bailar, nos entregábamos en todo momento a esa preciosa música que nos entraba por los oídos y nos llegaba al corazón
La mejor manera de describirlo es con un vídeo. Son dos temas encadenados, "Valle de Tobalina" y un "Pequeño cuento celta", la imagen no es muy buena, pero se escucha bastante bien.