Centro Educacional El Chaparral en Granada, de Alejandro Muñoz Miranda

Por A-Cero Blog

El proyecto esencialmente  consiste en muros y cielos con una sección variable; estos elementos crean una secuencia de espacios comprimidos y descomprimidos.

Los cambios en la sección están determinados por el uso (corredores, accesos a salas de clase y baños, salas de clase, acceso exterior cubierto, jardín, patio cubierto exterior) pero también por el movimiento del sol y la pendiente longitudinal del terreno. El juego de compresión/descompresión funciona para ambas secuencias espaciales longitudinal y transversal: corredor – sala de clases y acceso a los baños – salas de clase – acceso principal – jardín – patio de juegos cubierto exterior así como salas de clase – habitación – sala de clase.

La orientación crea una tensión que está expresada a través del sistema de aperturas. Los espacios se abren hacia el norte y el patio con grandes ventanales, mientras hacia el sur y al público, la luz penetra sólo a través de los “quiebres”. Las fisuras correspondientes al corredor y el patio de juegos exterior cubierto son de colores brillantes, mientras que para las salas de clase se utilizó sólo vidrio transparente.

Las salas están diferenciadas de acuerdo a los grupos de edad (dos salas de clase para niños hasta 1 año con habitación, dos salas de clases para niños de 1 a 2 años con habitación y tres salas de clases para niños de 2 a 3 años sin habitación). Todas las salas de clase en el mismo nivel pueden conectarse para actividades con mayor número de participantes. Incluso las particiones móviles son cerradas, la continuidad visual sigue presente a través de las partes superiores vidriadas de los muros divisorios.

La estructura completa se envuelve entorno al patio de juegos cubierto exterior, que se convierte en el corazón del centro educacional, conectando las salas de clase y la circulación interior con el jardín. Al este se encuentra la cocina y las áreas de comedor, la administración y un gimnasio.

En el exterior, el uso de volúmenes macizos blancos permite una adecuada integración en El Chaparral, un distrito de Albolote que nació en los años ’50 como una aldea.