Pues como decía en mi última entrada, por fin me hice con unas piezas de cerámica de Verónica Moar. Había intentado comprarlas en su tienda online, pero se agotaron enseguida y me quedé sin ellas. Pero es que resulta que como Verónica también es de Coruña, cosa de la que me enteré hace poco, nos pusimos de acuerdo en vernos en la próxima ocasión en que realizase alguna venta presencial. Y el resto ya lo sabéis: allá que me fui yo toda contenta la semana pasada al Shops & More, a por mis cucharillas de cerámica y a conocer a Verónica.
Había oído decir de ella que es una chica encantadora, y pensaba que solo era un decir. Pues no. Es encantadora de verdad. Y tan luminosa como sus cerámicas. Ella misma dice que con sus obras le gustaría expresar calma, sencillez, luminosidad, momentos pausados y creo que es exactamente lo que consigue, a través de lo que hace y de lo que dice.
Tuvimos una charla muy agradable y me pareció que compartíamos una forma de entender la creación. Hablamos del valor de los objetos, de la vida pausada, del tiempo de los materiales cerámicos, a los que no nos podemos imponer… Y revisando su blog con calma he encontrado algunas palabras que reflejan a la perfección lo que yo pienso sobre los procesos de crear objetos de arte:
Es necesaria mucha constancia y determinación para conseguir realizar las piezas casi de manera intuitiva (un poco mecánica quizás) e interiorizar la técnica de tal manera que se conecte nuestro interior con nuestras manos hasta obtener la forma previamente imaginada.
A veces, al ver terminado un trabajo, siento una sensación agridulce, casi de vacío, e incluso de ‘rechazo’ hacia la pieza creada. No voy a negar que también siento orgullo al ver que he logrado dotar de vida a algo que antes no existía, pero lo que realmente me acelera el pulso, me mantiene en vilo y con la mente hiperactiva, es la fase previa de creación. Buscar. Pensar. Inspirarme. Recopilar. Valorar. Probar. Errar. Descartar. Decidir… y dar forma a algo tan abstracto como una idea que nace en mi mente.
Tanto en mis obras con un carácter más artístico como en mis piezas funcionales que se pueden usar en el día a día, siempre hay un denominador común: las líneas simples y la sutileza de los tonos. Sobre todo, me gusta imaginar que mi cerámica adquiere una nueva vida gracias a las personas que apuestan por las cosas hechas a mano, con calma.
Sin habérmelo propuesto demasiado, me doy cuenta de que poco a poco voy cambiando mi manera de relacionarme con los objetos, sobre todo a la hora de comprármelos. Cada vez lo hago de una manera menos compulsiva, más meditada, acariciando durante tiempo las ganas de tener algo bonito a mi alcance. Me he comprado un par de cucharillas para comer el helado que solemos hacer en casa porque sabía que iban a tener la textura ideal para saborearlo, templada y suave. Y ya tengo en mente hacerme con alguno de sus cuencos también, pero será en otra ocasión, no hay ninguna prisa…
Si queréis disfrutar de un poco de calma y cosas bonitas, os recomiendo que os deis un paseo por el blog de Verónica. Muy recomendable para acabar la semana con buenas sensaciones.
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