De referencia en referencia y tiro porque me toca... Resulta que leyendo el número de verano de la revista Calidad Asistencial (editada por la
En el artículo "El clima emocional en los equipos de atención primaria. Una aproximación cualitativa", los autores realizan un estudio con profesionales de atención primaria de centros andaluces para definir diversos conceptos asociados al clima emocional en equipos asistenciales. Llama la atención la importancia de los estilos de liderazgo y las actitudes personales (estrés, desgaste) en la valoración positiva o negativa del clima. También es llamativo que haya diferencias en la calidad del clima según si se pertenece a una u otra categoría profesional.
El otro artículo sobre el tema es "Evaluación y dimensiones que definen el clima y la satisfacción laboral en el personal de enfermería". Los autores analizan las variables que definen tanto el clima como la satisfacción de los profesionales de enfermería en un hospital. En este caso, destaca la importancia de la especialización del trabajo para obtener un alto nivel de satisfacción.
En este último artículo, nos llama la atención el concepto de hospital magnético que aparece en la bibliografía. Buscando en google, descubrimos quie los amigos de Cuidando.es le habían dedicado una entrada al concepto, y recomendaban este artículo breve para entenderlo un poco. En pocas palabras, se trata de hospitales que retienen a sus profesionales gracias a un buen clima de trabajo, cosa que acaba provocando que el hospital alcance mejores niveles de calidad asistencial (si estás bien, trabajas bien). Otro post reciente sobre el tema apareció en Innovación y Otros Demonios.
Una de las referencias que proporciona el artículo es la del American Nursing Credentialing Center, un centro que acredita hospitales con magnetismo. Su web contiene guías, herramientas, cursos, manuales y otros documentos para ayudar a los hospitales a convertirse en magnéticos.
Y llegamos al quid de la cuestión: las acreditaciones. Llevamos años viviendo en el mundo de las normas y las reglas como las ISO, las de la Joint Comission, EFQM, etc. y sin embargo aún mucha gente duda de su eficacia. Que si la acreditación solo implica que el centro sanitario funciona según las normas el día que viene el auditor... Que si la dirección se empeña en acreditar al centro, hace todo el papeleo y el profesional ni se entera...
La acreditación de un centro, a priori, sólo implica que se ha hecho un trabajo (duro y exigente, eso sí) para adaptar los procesos a unas normas determinadas que implican, en teoría, un desempeño de alto nivel. Que dichas normas conlleven que en el día a día se trabaje de forma excelente, que todo el mundo esté implicado y que los objetivos de profesionales y organización estén alineados es ya otra cuestión. Seguiremos viendo centros no acreditados con resultados magníficos y con un clima emocional altísimo, y también centros acreditados con resultados pésimos. Lo importante no es tener las guías y los procesos diseñados, sino querer adaptar nuestra forma de trabajar a dichos procesos (es decir, voluntad).
¿Donde está la calidad? ¿En la persona o en el proceso? Muchos centros mejoran en su forma de hacer las cosas gracias a que el rediseño de los procesos se hace de forma participativa, porque si colaboran todos, la mejora se percibe mucho más. Otra cara de la misma moneda es la organización que cree que mejorar siempre cuesta dinero, cuando en muchas ocasiones mejorar es gratis: el conocimiento de los profesionales de una organización es enorme y, en ocasiones, está desaprovechado. Pero imponer, sin más, un cambio, suele equivaler a fracaso, aunque a veces esa imposición pueda generar un clima de debate y reforma que ayude a mejorar de verdad, pese a que la forma de empezar sea algo brusca.
O cuentas con todos, o al final la casa seguirá sin barrer...