En la Antigüedad grecorromana, el paso del tiempo se simboliza de diferentes maneras: la personificación de las Horas es una de las más importantes. La otra es la de las cuatro estaciones, vinculada en su iconografía a un joven sin una edad definida coronado con los trofeos de los frutos de cada estación (al que podéis ver en la foto). A este joven, los textos le llaman "Eternidad": las estaciones siempre se suceden las unas a las otras y siempre ofrecen (si se trata a la tierra adecuadamente) los frutos de su tiempo.
En la Antigüedad grecorromana, el paso del tiempo se simboliza de diferentes maneras: la personificación de las Horas es una de las más importantes. La otra es la de las cuatro estaciones, vinculada en su iconografía a un joven sin una edad definida coronado con los trofeos de los frutos de cada estación (al que podéis ver en la foto). A este joven, los textos le llaman "Eternidad": las estaciones siempre se suceden las unas a las otras y siempre ofrecen (si se trata a la tierra adecuadamente) los frutos de su tiempo.