Me imagino a un humorista en el sofá de casa rompiéndose la cabeza. "A ver, a ver... ¡Ya está! Van dos y se cae el del medio! ¡Joder, nen, con esto lo peto, seguro!"
Otro gran profesional es el cuenta chistes. ¡Yo, nefasta! Soy catalana, ¡no os digo más! Como puede ser que en una región como la nuestra que haya tantos geníos del humor como Rubianes, Andreu Buenafuente, Eugenio, bueno, un montón de ellos y que los catalanets de a pié seamos en general unos soseras. Que nos juntamos todos por la diada y se caen los pájaros del los árboles del aburrimiento.
Por no decir la incapacidad que tengo para retenerlos. Yo soy de esas que te vienen toda entusiasmada... "¡Ayer me contaron un chiste superbueno! ¡Me mondé de la risa! Espera cómo era... Si, si era... No espera, así no era... ¿cómo era...? ¡Ayyyy!" y acabo explicándolo del revés y sin ninguna puta gracia.
¿Hay alguna explicación científica para que ciertas personas sean capaces de explicarte en retahíla más de 20 chistes, tú te descojones de más de la mitad y al día siguiente no seas capaz de recordar ninguno? Lo normal sería que si te han hecho sentir bien es que lo recuerdes, ¿no? ¿O es que lo de la memoria selectiva no sólo se aplica a los traumas sino que también a los chistes malos y tonterías en general?
Desde aquí animo a los cuenta chistes y a sus creadores a no cesar en su gran labor de animar a la gente. No hagáis ni caso a los ¡Uuuuuh, qué malo! porque como todo en la vida es subjetivo y quizá ese gañán no se ría pero en una pequeña región de China sí que exista una mariposa aleteando sus alas porque se está descuajeringando de la risa con el chiste que has contado.