Toda ciencia tiene un objeto de estudio y un método para conocerlo. Sin embargo, en el campo de la ciencia se desarrolla un debate entre dos posiciones: la que considera que solo existe un método científico identificado con el experimental, y aquella que sostiene que no hay uno sino varios métodos, tantos como objetos e investigadores existen. Cabe aclarar que los objetos de conocimiento son construcciones teóricas. No son los objetos reales sino la explicación e interpretación que de ellos da la ciencia. Una ciencia se concibe como tal cuándo ha logrado construir su objeto de conocimiento. Por ejemplo, las células del cuerpo humano, de los vegetales o de cualquier ser vivo son objetos reales y la Biología las ha construido como las explicaciones teóricas de su estructura, función, relaciones y comportamiento que leemos en los libros y en las revistas científicas. De más está decir que nunca son construcciones teóricas acabadas, es decir, la explicación ofrecida acerca de las células en el siglo XIX, es distinta a la que se da en nuestro tiempo. La ciencia construye su objeto de conocimiento, dependiendo del método y procedimientos elegidos para el estudio y si se trata de una elección, obviamente habrá distintas opciones metodológicas y, en consecuencia, diferentes interpretaciones de los fenómenos. El método de estudio de una investigación depende tanto del objeto del conocimiento como del sujeto que investiga. Es imposible utilizar el mismo método para estudiar el efecto patogénico de un virus, que para investigar sobre la rotación del planeta tierra o el comportamiento de un grupo social. Cada objeto requiere de un método. Por su parte, el sujeto tiene una posición y una actitud frente al conocimiento y la ciencia, de modo que dos o más investigadores pueden, de acuerdo con ello, elegir diferentes métodos para solucionar un mismo problema. El problema de si la ciencia cuenta con uno o varios métodos tiene que ver más con una pugna para lograr el predominio de una visión de la ciencia sobre otras concepciones.
¿Es primero la observación o el problema?
En cuanto al método, sobre todo en su enseñanza, ha predominado la idea de que el método experimental consiste en una serie de pasos que comienzan con la observación, que consiste en fijar la atención detenidamente en algo que ha despertado nuestro interés, de la cual surge el problema.(formular preguntas sobre lo observado). Una vez planteado éste, se inicia la revisión bibliográfica que dará sustento a las hipótesis (explicación tentativa o suposición), que se comprobarán mediante la puesta en práctica de un diseño experimental (plan de actividades a realizar) cuyos resultados permitirán determinar si las hipótesis se ratifican o se rechazan. De nuevo se observa que esta concepción incluye las ideas de la curiosidad, objetividad, precisión de las observaciones y rigurosidad del método con el cumplimiento ordenado de sus pasos.
A estas ideas se opone la concepción del conocimiento y las ciencias como procesos dialécticos en los que tanto el sujeto como el objeto se influyen y modifican. Cuando un objeto real se toma como objeto de conocimiento esto se debe a que antes hubo un interés, una necesidad, un proyecto, unos conocimientos y un problema por resolver. Si no existe un conocimiento previo, una mínima teoría, una pregunta, los objetos reales seguirán como tales sin convertirse en objetos de conocimiento. Se puede ejemplificar lo anterior tanto como un caso en la historia de la Biología, como con una situación de la vida diaria.
El microscopio se inventó en el siglo XVII. Los microbios y células observadas despertaban curiosidad pero no se transformaron en objetos de conocimiento sino dos siglos después, cuando el trabajo de reflexión teórica permitió plantearse problemas científicos acerca de ellos y culminar en una teoría explicativa. Lo mismo ocurre cuando a los alumnos de secundaria o bachillerato se les pide observar microorganismos por medio del microscopio; si no cuentan con los conocimientos previos, difícilmente podrán dibujar e interpretar sus observaciones y, mucho menos, plantearse problemas. Por lo que la observación no puede ser el inicio de una investigación científica, se requiere primero del planteamiento del problema surgido de unos intereses y de un marco teórico previo.
La rigurosidad metodológica no consiste en seguir una secuencia de pasos. De hecho, el proceso de pensamiento no sigue esa secuencia paso a paso, pues hay un ir y venir a lo largo del método. Al plantear el problema inicial seguramente es ambiguo. Por lo tanto es necesario acumular y organizar información para la formulación de la hipótesis, pero también hay que regresar al problema para precisarlo y delimitarlo. Las observaciones en un experimento no llevan de manera directa a unos resultados, sino que con seguridad obligarán a volver sobre el marco teórico y las hipótesis. Ser riguroso en el método científico significa mantener una congruencia con la teoría que guía la investigación y a la luz de la cual se interpretan los resultados.
Si la ciencia se concibe como una actividad objetiva, cuyas explicaciones de los fenómenos son precisas y hasta exactas, al expresarse matemáticamente como resultado de observaciones y mediciones rigurosas, la conclusión es que tales explicaciones son verdaderas. Con frecuencia se habla de verdades científicas y las personas confían y tienen fe en la ciencia y sus resultados. Pero si analizamos un poco la historia del desarrollo científico, veremos que no hay verdades absolutas, debido a que la ciencia es un proceso de construcción continuo y por tanto no se pueden tomar como verdades acabadas. La ciencia es un proceso de aproximación al conocimiento de la realidad, con avances, retrocesos, estancamientos determinados por las condiciones socioeconómicas y culturales de cada momento histórico.
Hubo un tiempo en que afirmar, que los seres vivos se generaban espontáneamente a partir de materia inerte o que las especies eran inmutables, fueron verdades. En su momento esas explicaciones permitían entender la naturaleza y el mundo pero más adelante con los cambios del desarrollo social dejaron de serlo como probablemente sucederá con lo que hoy consideramos verdad científica.
La ciencia es un conjunto de conceptos articulados que se generan a partir de una institución constituida por una comunidad científica. Ésta colectividad es la que establece la validez científica de las investigaciones. Por ello, en lugar de considerar a las teorías y resultados de la ciencia como verdades absolutas, han de entenderse como verdades provisionales y explicaciones válidas en ciertos momentos histórico-sociales. Es decir, como el conocimiento no es completo la ciencia no toma una posición de absolutismo, por ello las teorías deben cumplir con estas características: ser pertinentes, desarrollar relaciones consistentes en cada área del conocimiento y ser suficientes para explicar los fenómenos en cualquier problema planteado
En este orden de ideas, el primer paradigma global es la Teoría Celular formulada por Teodoro Schwann y Matias Jacobo Schleiden, quienes escriben la versión definitiva de su enunciado en 1839.
El segundo paradigma es la Teoría de la Evolución formulada por Charles Darwin en su obra “El origen de las especies” (1859), la cual, aunque es rechazada por ciertos sectores, genera una polémica que ya se da en el seno de una comunidad científica constituida.
El tercer paradigma es la Teoría de la Homeostasis, esto es, de la regulación del medio interno de los organismos, formulada por Claude Bernard y contenida en la obra “Lecciones sobre los fenómenos de la vida comunes a los animales y los vegetales” publicada en 1878.