Últimamente he oído hablar bastante de una ciencia llamada Neuroteología que trata de explicar la relación de las actividades neuronales con las experiencias de espiritualidad y con los llamados fenómenos místicos. He empezado un poco a leer sobre el tema, aunque creo que no hay gran cosa, sobre todo en España. Seguro que habréis oído hablar del famoso “punto de Dios” que fue una hipótesis formulada, hace una década, en la Universidad de California, que situaba la experiencia mística en el lóbulo temporal. Otro neurocientífico llamado Mario Bauregard publicó en el 2006 un libro titulado The Spiritual Brain en el que desarrollaba los resultados de una investigación con monjas carmelitas, y en el que concluía que “ el punto de Dios” no existe en el cerebro porque cuando una persona vive una experiencia mística todo su cerebro se ve implicado. Es posible que se haya tratado de demostrar, como he podido entender, que Dios solo existe en nuestro cerebro y que las experiencias místicas se pueden provocar. Por lo que veo todo se ha quedado en algunos titulares en periódicos y programas científicos, pero sin llegar a ninguna conclusión. A lo más lo único que se ha demostrado es que nuestro cerebro es susceptible de tener experiencias místicas lo cual es totalmente lógico porque somos seres espirituales.Me encantaría que se siguiera investigando en este campo. Creo que la investigación debería ser desarrollada por científicos y personas que hayan vivido verdaderas experiencias místicas. En el estudio del que he hablado anteriormente los sujetos de investigación eran monjas carmelitas, no entiendo por qué. En la actualidad se puede afirmar que hay más místicos en la vida laica que en los monasterios religiosos. Por lo tanto habría que empezar por elegir bien los sujetos de investigación. En segundo lugar habría que definir bien lo que es una verdadera experiencia mística. Una verdadera experiencia mística cambia la vida del sujeto radicalmente, su escala de valores, su gustos, su forma de vivir. Ocurre igual que con las experiencias cercanas a la muerte en las que las personas después de experimentarlas ya no vuelven a ser las mismas. Por lo tanto sería tan importante investigar no solo lo que los sujetos ‘sienten o han sentido’ durante una experiencia si no como esta ha cambiado su vida, o no.Creo que si científicos y místicos se unieran seriamente en esta tarea, se podría llegar a descubrimientos vitales para el desarrollo y sobre todo la felicidad de los seres humanos.