#CienciaenelParlamento: El lobby de políticos, empresas tecnológicas y cientifistas

Por Miguel @MiguelJaraBlog

Ciencia en el Parlamento se define como una iniciativa ciudadana «independiente» que tiene como objetivo que la ciencia y el conocimiento científico sean una de las fuentes de información en la formulación de propuestas políticas. Es una iniciativa que cualquier persona sensata suscribiría. El problema está en la «letra pequeña» del asunto: ¿Quién está detrás del proyecto y cuales son sus intenciones?

¿A quién puede parecerle mal que los conocimientos científicos puedan servir de guía para la práctica política?Suponemos a que a nadie en su sano juicio. La Ciencia está para iluminar a la sociedad. Para lograr este fin, quienes impulsan #CienciaenelParlamento consideran que

es importante que los responsables políticos y el sector de la ciencia, la tecnología y la innovación en España mantengan contactos regulares que permitan facilitar el empleo de la ciencia de manera efectiva para el asesoramiento de decisiones políticas».

Lo primero es que no se sabe exactamente quiénes son en concreto quienes desarrollan este proyecto y lo siguiente que parece más bien un lobby para que las grandes compañías tecnocientíficas y los grupos del fundamentalismo cientifista (la creencia en que la ciencia es la única posibilidad de conocimiento y la única fuente de esperanza, así en plan excluyente), influyan en los políticos.

Para saber quienes pueden estar detrás de la iniciativa os comento en los siguientes párrafos. Los co-organizadores de Ciencia en el Parlamento son tres: el Congreso de los Diputados, la Fundación Cotec y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt).

Cotec tiene entre sus «patronos protectores» a La Caixa y Telefónica; entre sus «patronos consejeros» a numerosas instituciones y grandes empresas como BBVA, Iberdrola, Repsol, Seat o Mercadona. Y entre sus «patronos de número» otras  muchas entidades entre las que destacaría las farmacéuticas Eli Lilly, Almirall, Pfizer, Gilead, Merck y GlaxoSmithKline (GSK).

Entre otras muchas grandes compañías también están el banco Santander, la Fundación Vodafone, Bankia, Indra, Google o Facebook por citar sólo unas cuantas.

Cristina Garmendia ostenta la Presidencia de la Fundación Cotec, toda una experta en puertas giratorias pues fue ministra de Ciencia con Zapatero para pasar inmediatamente a trabajar en Asebio, el principal lobby de la patronal de empresas de biotecnología (transgénicos incluidos).

Por su parte Fecyt es un ente público que cuenta entre sus principales organizadores a personas con un perfil que cuenta con empleos en el sector privado. La directora general, por ejemplo, estuvo en una empresa del grupo Telefónica.

Eso por lo que respecta a los organizadores porque entre los colaboradores, además de empresas que coincide que están en el patronato de Cotec, están también farmacéuticas como la Fundación Pfizer, GlaxoSmithKline, la Fundación Lilly, Instituto Roche, Merck, Sharp and Dohme (MSD) o Takeda, la citada patronal Asebio o el otro gran lobby pro transgénicos Fundación Antama, entre otras muchas entidades de los más variopinto.

Destacar que entre esos colaboradores están las principales asociaciones del fundamentalismo científico como el llamado Círculo escéptico, la Alternativa Racional contra las Pseudociencias-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (ARP-SAPC) y Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APEPT), entre otros entes que siguen una línea parecida de pseudoescepticismo o cientifismo.

Bien, no queda muy claro en concreto quién está detrás de Ciencia en el Parlamento, lo que es obvio es que el Congreso de los representantes ciudadanos y buena parte de las empresas privadas más destacadas de los sectores estratégicos del modelo económico actual van de la mano (junto con grupos sectarios pro cientifismo).

A mi modo de ver hay dos aspectos novedosos en todo esto. El lobby industrial se hace desde que se constituyó el primer Parlamento pero lo «original» de Ciencia en el Parlamento es que por primera vez es el Congreso el que va junto a los lobbistas en un proyecto. El segundo aspecto es que los grupos sectarios del fundamentalismo científico eran eso, sectarios y sin apenas representación social. ¿Se sentarán en el Parlamento sin que nadie los haya votado?

Y una paradoja: el cientificismo es nocivo para la propia ciencia porque trata de hacerla más ‘científica’. No todo el mundo puede investigar lo que quiere; hacer ciencia. Hay proyectos financiables y hay finalidades políticas y económicas que influyen en esa financiación. ¿Se entiende que hacen las grandes empresas del ámbito tecnocientífico en el Parlamento?

La canalización «científica» de las ayudas a proyectos, que es fundamentalmente lo que hacen Cotec y Fecyt, se hace en función de intereses ideológicos (neoliberalismo manda) y de mercado pues las empresas, que tienen el dinero para ciencia, lo invierten sólo en lo que les sea rentable. Así que no es la Ciencia al Parlamento sino que la ciencia que sustenta el marketing del modelo tecnocientífico actual es la que está haciendo lobby en el Congreso para que siga imponiéndose su visión de negocio.

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