Como otras veces, desde Cieza nos vamos al valle de Ricote. Ya dedicamos una entrada anterior del blog a este hermosísimo paraje, valle del que fueron expulsados los últimos moriscos, mediante un decreto especial. Dudo que todos se fueran, y más que otros tantos no volvieran. Ya Cervantes nos cuenta en El Quijote el encuentro de Sancho Panza con un vecino morisco, apodado Ricote, que regresaba a su aldea de incógnito. Como no es cuestión de repetir lo ya contado en esa entrada anterior, sobre el carácter volcánico de esta zona que nos lleva a Archena, con sus aguas termales, así como el aspecto norteafricano que hace tan característico el paisaje que rodea al Segura en su paso por el valle. Nos acercamos una vez más a saludar a la Olivera Gorda, hacerle más fotos y dibujarla. Está cambiada, más cuidada, recién pasada por la peluquería y su tronco y ramas colosales se ven mejor. Está recién regado y en las inmediaciones la huerta y sus árboles reciben las atenciones y mimos del dueño del bancal. Un cartel nos relata la historia, trufada de leyendas como suele ocurrir de esta olivera. Desde luego fue plantada por los árabes dada su edad, siempre menor de la que se les atribuye, pero increíble. Bajo sus ramas se coronó rey Ibn Hud, de la cora de Tudmir, que se acabó apoderando de casi todo Al-Andalús en disputa con los feroces alhomades. También se nos cuenta que a su sonbra los moros se rindieron a Jaime I, que siempre es mejor rendirse a la sombra que al sol. En un cartel se nos cuentas estas y otras cosas. Un visitante más leido que quien redadctó el cartel ha rascado la palabra "catalano", dejando sola la más verdadera "aragonesa" como gentilicio de la corona del tal Jaume. Como esta olivera es tan grande todavía puede alojar más leyendas, como la que afirma que los vecinos de Ojós, tratando de arrebatar a Ricote la imagen de su santo patrón, San Sebastián, cuando llegaron a la altura de este olivo, el peso que esos momentos adoptó hizo imposible seguir adelante con el impío secuestro. Ni las caballerías podían mover el carro con el santo. Hubo de ser devuelto a su domicilio habitual y, desde entonces, el aceite producido por esta olivera, es cedido a perpetuidad para alumbrar los candiles y candelas que iluminan al santo en esa capilla que se nego a abandonar, ayudado por esta olivera.
En el siguiente, un eucaliptus hermosísimo al lado del puente sobre el Segura que ya hemos comentado al hablar de la Olmeda. Hay muchísimos eucaliptus en la comarca, algo que no me explico, dao el amor de estos árboles por chupar agua del suelo, hasta el punto de que se usasn para desecar zonas inundables. Sí me he enterado que hay uno en Sasntonera la Verde que fue el primero de ellos que llegó a España, pues las primeras semillas fueron traídas desde Oceanía, por el "evangelizador de Australia", el misionero gallego fray Rosendo Salvado, en la segunda mitad del XIX. Mala fama tienen estos árboles, pues se dice que secan las fuentes. Lo malo es que se dice con verdad, por lo que poco adecuado parece plantarlos aquí. Pero una vez plantados es un disparate, a mi escaso juicio talar, como se hizo en la mañana del 22 de noviembre de 2004 en El Palmar, con el eucalipto monumental de La Fábrica y todo el conjunto. Con cinco metros de diámetro era uno de los cinco mayores de la región. Era. Este que henos dibujado en Cieza ha tenido y tiene mejor suerte. Es una verdadera hermosura.