Los conflictos entre hermanosforman parte de la dinámica familiar de la mayor parte de las familias.
Las peleas entre los hermanos suelen resultar difíciles de gestionar para los padres. Además, estos conflictos suelen generar sentimientos de rechazo al adulto y mucha frustración.
Todos queremos que nuestros hijos se lleven bien entre ellos, se quieran y disfruten juntos. Deseamos que el vínculo entre los hermanos sea sólido y positivo.
Sin embargo, a pesar de nuestras expectativas, la realidad es que los conflictos entre hermanos están presentes cada día, en mayor o menor intensidad, y que, muchas veces, no sabemos cómo gestionar.
Formación online: Conflictos y celos entre hermanos. Gestión respetuosa y eficaz.
Como en todos los aspectos de la crianza y la educación de los hijos, en la gestión de conflictos entre hermanos, la empatía y el respeto son imprescindibles.
No obstante, en el caso de conflictos entre hermanos, la exigencia de la situación para el adulto es mayor que en otras situaciones, pues ha de activar su empatía y su capacidad de respetar simultáneamente a dos personas que están en conflicto.
La dificultad de la gestión por esta demanda incrementada hace necesario que el adulto sea muy consciente de las necesidades reales que se ocultan detrás de cada conflicto.
Para ello, hemos seleccionado cinco claves fundamentales que ayudan a los padres a gestionar las peleas entre hermanos y facilitan la resolución de conflictos familiares:
1. Los conflictos forman parte de todas las relaciones humanas.
Cuando nos enfrentamos a un conflicto, tanto si somos parte activa del mismo, como si somos acompañantes de un conflicto ajeno, hemos de adoptar una perspectiva realista ante el mismo.
Para ello, es importante que entendamos los conflictos interpersonales como un componente natural de las relaciones humanas, asumiendo su presencia con la aceptación que su propia naturaleza requiere.
Cuando aceptamos el conflicto con naturalidad, evitando una interpretación muy negativa del mismo, podemosafrontarlo desde la calma, con menos frustración y menos sensación de rechazo.
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Esto nos permitirá intervenir más empáticamente, con una visión más positiva del conflicto, con menos estrés y, por ello, con mayor capacidad de gestionarlo de manera respetuosa.
2. Los conflictos entre hermanos han de gestionarse sin juzgar.
En muchas ocasiones, intervenimos en los conflictos entre hermanos asumiendo la función de juez, de persona que evalúa la situación, sentencia al culpable y, en algunos casos, impone una penalización.
Esta manera tan extendida de intervención es contraproducente, pues incrementa el malestar de los niños y su sensación de competitividad.
El señalado como “culpable” se siente en desventaja frente a su hermano y el “exculpado” experimenta una sensación de ventaja sobre el otro.
Esto potencia el desequilibrio entre ambos y la sensación de necesitar competir con el hermano para salvaguardar el espacio personal y la propia posición dentro del sistema familiar.
El juicio, además, no resuelve el conflicto, sólo lo aplaza, y aumenta el malestar. Por lo tanto, impulsa a que el conflicto aparezca en otro momento pero con mayor intensidad.
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3. Escucha activa y aceptación incondicional.
Cuando intervenimos en los conflictos entre hermanos evitando juicios de valor, tenemos que encontrar nuevas maneras de intervención.
Las estrategias recomendadas son la escucha activa y la aceptación incondicional por parte del adulto.
Cuando escuchamos activamente a las personas implicadas en un conflicto, estamos facilitando que lo resuelvan desde sus posibilidades, ofreciendo un espacio donde expresarse a ambos y desde el que elaborar la situación.
A través de la demostración de aceptación incondicional reducimos la sensación de competitividad de los niños entre sí. Ambos son aceptados y valorados, por lo que la necesidad de competir se reduce.
La reducción de la sensación de competitividad, reduce, a su vez, las disputas.
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4. Gestión de conflictos entre hermanos y límites.
Es evidente que muchos conflictos entre hermanos necesitan, como parte de la gestión, el establecimiento de un límite por parte del adulto.
Las faltas de respeto, las agresiones o los actos abusivos no pueden permitirse bajo ningún concepto, y esto se logra mediante el establecimiento de límites adecuados.
Ante una falta de respeto o una agresión en un conflicto, el límite ha de estar orientado a conseguir que la agresión o la falta de respeto no se siga produciendo.
Intervenimos para que la agresión no prosiga, impedimos que se produzca una nueva falta de respeto.
Esta sería la consecuencia natural a la agresión: la intervención del adulto para que ésta no continúe produciéndose. No se necesitan juicios, castigos ni reprimendas, sólo un límite sólido para interrumpir la agresión, establecido con una actitud firme y tranquila.
5. Modelo de gestión desde la acción.
Obviamente, la manera en que nosotros nos comuniquemos y gestionemos los conflictos propios es una fuente de aprendizaje social muy potente para nuestros hijos.
Debemos tener este fenómeno muy presente en todo momento, pues constituye un ejemplo que nuestros hijos incorporan en sus esquemas de gestión de conflictos.
Estas cinco claves son la base de una gestión respetuosa y empática de los conflictos entre hermanos, que potencia el bienestar familiar y transforma la relación entre hermanos en algo mucho más positivo y pacífico.