1. Asegúrese de que el paciente al que le desea sacar el tapón de cerumen tiene un tapón de cerumen. El hecho de que el paciente le diga que "ha tenido tapones otras veces" y que "ahora siente la misma sensación" no es suficiente. Por favor, utilice su otoscopio y mire qué está ocurriendo ahí dentro.
2. Es mejor no jugar a quitar tapones en oídos con tímpanos perforados y mucho menos en oídos operados. El nervio facial, la yugular interna y la meninge tienen en ocasiones la mala costumbre de pasearse por el oído medio y con sus maniobras puede cortarlos, pincharlos o infectarlos. Por favor, sea cauto.
3. Para limpiar los oídos, utilice agua tibia. No se sienta tentado a utilizar agua calentita ni fresquita a menos que quiera recordar sus clases de Fisiología acerca del nistagmo. Por favor, compruebe la temperatura del agua.
4. Llene una jeringa con esa agua tibia. Las primeras veces no es necesario que utilice una jeringa muy grande. Con jeringas de 10 ó 20 cc, paciencia y varios "jeringazos" se obtiene una limpieza efectiva y menos traumática. Por favor, hágalo como si el oído fuera suyo: no use jeringas de nutrición.
5. No apunte con la jeringa en dirección directa al tímpano; diríjala mejor hacia la pared posterior del conducto. El agua a presión sobre el tímpano hace ruido y duele. Por favor, apunte bien y reprima sus ganas de perforar.
Cuando haya conseguido sacar el tapón de cera, juegue con él. Enséñeselo a su dueño. Hágase el sorprendido por el gran tamaño del tapón y explique al paciente que ahora debería escuchar mucho mejor. Si sigue estos sencillos consejos, se convertirá en el rey del cerumen y sus pacientes acudirán a usted asiduamente para que les asee sus oídos.
Foto: Nazareno jugando con cera.