La infancia de Ingrid Bergman fue muy dura. Perdió a su madre a los tres años, a su padre a los catorce, y a la tía con la que fue a vivir solo seis meses después. Tímida patológica, no obstante, debutó en el cine como extra en 1933, y ya como actriz de reparto al año siguiente. Durante el rodaje en Alemania de El pacto de los cuatro (Die vier Gesellen, Carl Froelich, 1938), Joseph Goebbels intentó reclutarla para que hiciera películas para el III Reich, pero, tras el éxito internacional de Intermezzo (Gustav Molander, 1936), ella prefirió, siguiendo a Greta Garbo (al igual que ella, también había sido admitida muy joven como alumna de la Real Escuela de Teatro Dramático), saltar a Hollywood. El resto es historia del cine.