Cine en fotos – Terry O’Neill

Publicado el 01 noviembre 2010 por 39escalones


Paul Newman y Lee Marvin caracterizados como Jim y Leonard, respectivamente, en Los indeseables (Pocket Money, Stuart Rosenberg, 1972).

TEXTO DE CAROLINE BRIGGS. BBC WORLD.
En los revueltos años 60, O’Neill marcó un hito en el arte de fotografiar a los famosos. Para él posaron iconos de la época como los Beatles, Paul Newman, Brigitte Bardot y los Rolling Stones. Pero para él, el éxito de su carrera se debe a un factor ajeno a las lentes: la suerte.

En Estados Unidos, O’Neill se encontró con Ava Gardner y Frank Sinatra, a quienes dedicó sus negativos. “Echando la vista atrás me doy cuenta de la vida tan increíble que he tenido”, dijo a la BBC desde su soleado estudio de Londres, mientras -como buen cazador cazado- se disponía a posar para una sesión fotográfica. “Cuando pienso que he conocido y pasado tiempo con toda esa gente… simplemente lo doy por hecho”. Y eso que nunca había pensado en ser fotógrafo profesional. “Era percusionista de jazz y quería ir a América, así que salí del ejército y me uní al departamento fotográfico de British Airways. Sólo lo hacía para pasar el tiempo”.

Un día, en un aeropuerto, vio a un hombre vestido con un traje a rayas, dormido entre un grupo de africanos ataviados con ropas tribales. Lo que a O’Neill le pareció sólo una foto divertida resultó ser un retrato de Rab Butler, secretario de Asuntos Exteriores británico. Un periódico le compró la imagen y O’Neill dio, sin quererlo, un giro de 180 grados a su carrera. Pronto se convirtió en una figura de culto -”el niño con una cámara de 35 mm” le llamaron- y comenzó a trabajar para el tabloide Daily Sketch. “Me ofrecieron el trabajo y me dije, ‘vamos a intentarlo’, de otro modo me hubiese pasado siete noches a la semana tocando la misma canción. Estaba harto de aquello”, confesó.

Tardó tres meses en publicar una fotografía de los Beatles, pero gracias a ella se convirtió en el chico de moda, un cómplice del pop en el mundillo de los periódicos. Recorrió hasta el último bar londinense de moda para retratar a sus famosos. “Luego fui a Hollywood y conocí a Fred Astaire. Cuando salimos a cenar todo el mundo quería hablar de los Stones, Twiggy y Mary Quant. De repente comprendí que se tomaban en serio aquellos nombres”. Con estos codiciados británicos como carta de presentación, O’Neill se encontró con Ava Gardner y Frank Sinatra, aunque él era el único entre la manada de fotográfos de Hollywood que seguía usando la 35 mm. “Me miraban como a un loco”, dijo. Su foto de Faye Dunaway tomando el sol en un hotel de Beverly Hills el día después de ganar su Oscar, en 1977, se convirtió en un icono. Luego ella se haría su esposa, lo que terminó de apartarle para siempre del parapeto de imparcialidad que le suponía su cámara. De ella se separó, pero de la fama, que según confesó le acabó “aislando”, nunca pudo escapar.

Todavía es más feliz cuando otros son los protagonistas. Eso sí, éstos deben ser de alto nivel. Sólo los mejores están en su lista de espera. El resto, dijo, son todos clones. “Brad Pitt y Robert Downey Jr. son más como las estrellas de antaño; cuando trabajaba con Paul Newman, Robert Mitchum, y John Wayne todos eran diferentes. Ahora esta gente tiende a ser igual que el resto”. Entre sus últimos negativos se agolpan ídolos como Nelson Mandela o Bruce Springsteen, aunque ya quedan pocas presas que quiera cazar para su colección de caras exquisitas.


Christopher Lee, Vincent Price, John Carradine y Peter Cushing


Audrey Hepburn


Nastassja Kinski y Terence Stamp