—¿Qué importa lo que sintamos? —murmuró—. No podemos estar juntos, o la guerra volvería a estallar. Nuestros deseos no harán cambiar las cosas.
-Nunca digas nunca -Hundió su rostros en el cuello de Helena y dejó de besarla, aunque era incapaz de soltarla-. Nada es para siempre y los absolutos no existen. Encontraremos la forma de estar juntos.
Predestinados, Josephine Angelini