Muchas ciudades europeas se han centrado en la última década en buscar modelos estratégicos que les permitan no solo un desarrollo económico y social sostenible sino el afrontar contextos adversos de desventaja competitiva. En muchos casos, muchas grandes ciudades pero también un buen número de las de tamaño medio o carácter secundario, han visto su especialización cambiar en poco tiempo. Ciudades industriales, asociadas a un sector determinado han experimentado drásticos cambios asociados con la globalización, las dinámicas sociodemográficas, cambios en las infraestructuras o cambios políticos a gran escala, como es el caso de muchas ciudades en el Este de Alemania.
Uno de los mas codiciados objetivos es atraer la actividad económica de nuevo a la ciudad en un contexto en el que regiones y ciudades compiten por atraer inversión, actividad, población de determinado tipo y turistas. Conceptos como economía creativa, ciudades creativas o clases creativas han irrumpido en las lógicas del planeamiento estratégico de los municipios. Naciones Unidas en su informe sobre la economía creativa (2010) establece los tres elementos prioritarios para estos nuevos entornos urbanos: tecnología, demanda (de los nuevos servicios y productos) y turismo.
Para ello buscan su especificidad en relación a otras ciudades próximas o a aquellas, que sin estarlo comparten características. Ello conlleva no solo desarrollar un modelo estratégico, sino ponerlo en marcha y lo que es casi tan importante: visibilizarlo a través del city branding –la marca de la ciudad- y del marketing urbano.
La denominada ciudad creativa ha sido uno de las estrategias más habituales para poner en el mapa y relanzar a muchas ciudades desde que a principios de la pasada década se comenzará a poner de moda entre expertos en marketing urbano y políticos. Ello requiere una dinámica innovativa, multidisciplinar e integrada desde el ámbito de las políticas públicas.
La transición de una economía productiva a una economía de servicios parecía un paso natural para muchas regiones con sus ciudades correspondientes en Europa y Estados Unidos. Todo ello se produce en un momento en el que lo urbano cobra de nuevo protagonismo asociado a estilos de vida juveniles, sofisticados y creativos. El abaratamiento del transporte, el crecimiento económico y la transmisión de una cultura de consumo global muy estructurada hacen que muchas ciudades vean en ello una oportunidad para reinventarse como ciudades creativas, donde el conocimiento, su creación y gestión tienen un papel protagonistas, pero también y al mismo tiempo como espejos de estilos de vida muy atractivos para nuevos residentes hiper-cualificados o turistas de nivel adquisitivo medio y alto.
A la capacidad de competir de las ciudades se le debía añadir también la capacidad de seducir como productos de marketing. Ello a menudo conlleva un refuerzo de determinadas imágenes locales y de la reconstrucción o re-invención de identidades que permitan destacar a la ciudad en un escenario competitivo: su historia, su oferta de ocio de diverso tipo, su gastronomía, la oferta cultural, su ubicación geográfica, son algunos de estos elementos. El ejemplo de Berlin es sin duda uno de los mas relevantes por su capacidad de desarrollar como producto su propio proceso de reinvención tras la reunificación.
La transformación física de la ciudad generando atractores se ha perseguido mediante grandes hitos arquitectónicos (siguiendo el muy exitoso caso de Bilbao y su Guggenheim), grandes infraestructuras culturales o de transporte (Oresund), atracción de eventos de dimensión planetaria – Juegos Olímpicos, regatas, Formula 1 (Barcelona o Valencia, con distinta fortuna), desarrollos inmobiliarios más o menos atractivos como eco-barrios y regeneración de centros históricos (Copenhague).
En ocasiones, los grandes proyectos que persiguen convertir a una ciudad en un ciudad creativa y turística terminan apuntando hacia 'parques temáticos' de si mismos con una abundante énfasis en el espacio público de calidad, la seguridad y unos entornos muy atractivos y solo asequibles para los residentes y visitantes de estrato social alto.
A todo ello se añade un esfuerzo por adquirir centralidad mediante una accesibilidad que resulte viable y atractiva para los potenciales visitantes, residentes o inversores: infraestructuras de transporte –alta velocidad, aeropuertos, autopistas- o subsidios para atraer a líneas low-cost a aeropuertos periféricos.
Una de las dimensiones intangibles de mayor peso en el éxito de un proyecto orientado a la consolidación de una actividad creativa o basada en la producción de conocimiento es la gobernanza. Alianzas y partenaridados público-privados, con objetivos comunes son necesarios en un entorno de estrategias integrales y multinivel.
Parte sustancial de esta gobernanza es la estrategia educativa y de promoción del conocimiento local que debe florecer en las ciudades del conocimientos o el los entornos creativos. No solo debe haber una oferta educativa de primer nivel, sobre todo en los ámbitos superiores de educación, sino que se debe perseguir la cooperación entre centros de investigación, empresas e instituciones públicas.
Las economías creativas resultantes deben generar ingresos, inversión, creación de empleo a la vez que promueven la inclusión social, la diversidad cultural y el desarrollo humano (UNCTAD, 2010). Esta cuestión ha sido motivo de debate en relación al tipo de ciudad y de sociedad que se plantea en la ciudad creativa y cuan próxima o distante esta de la realidad social de la ciudad en cuestión. Una de las principales criticas que se hacen al gran gurú de la ciudad creativa y sus clases creativas, Richard Florida (2002) es el no considerar el desarrollo urbano, social y económico de la ciudad en su conjunto, sino de solo una parte de ella, de mayores recursos económicos y culturales, con una traducción consiguiente de el espacio urbano.
Esto marginaliza no solo a determinados sectores de la sociedad sino también a entornos urbanos menos atractivos, o con menos capacidad de atraer inversión pública (sobre todo en infraestructuras) pero no por ello con menos potencial de desarrollo como economías creativas.
No obstante existen prometedoras experiencias en las que la estrategia de transformación y potencial de crecimientos se ha articulado, precisamente hacia entornos urbanos que por su tamaño, ubicación o anterior especialización la reconversión o reinvención supone un reto importante.
Hay algunos ejemplos de buenas prácticas que ilustran el modelo de desarrollo y activación de economías creativas en entornos urbanos.
El proyecto REDIS (2008-2011), dentro de la convocatoria URBACT II, persigue la consolidación de entornos de alta especialización en actividades de alto valor añadido en el mundo del conocimiento. El proyecto entre otras cosas persigue el como desarrollar una gestión exitosa de la gobernanza de en estos contextos con alianzas entre múltiples sectores y su ubicación en ámbitos urbanos que se conviertan en auténticos hubs de conocimiento. La inclusión de instituciones de educación superior es un valor añadido a la hora de establecer con éxito estos planes.
El proyecto URBACT Creative Clusters, finalizado en 2011 se ha enfocado hacia la creación de clusters de industrias creativas en ciudades de tamaño medio y pequeño, desarrollando un marco conceptual basado en el desarrollo de lugares creativos a partir de las industrias creativas en si mismas y mediante planes de acción local.
Finalmente es importante tener en cuenta el importante papel que las industrias creativas pueden, y deben, tener en el desarrollo económico y social en todos los ámbitos de la ciudad, incluidos los barrios más desfavorecidos –que a menudo quedan fuera de la foto exitosa de la ciudad creativa. Un buen ejemplo es el Proyecto Nemona, desarrollado por Inpolis con financiación del Fondo Social Europeo. Este proyecto busca encontrar las sinergias y la colaboración entre emprendedores del mundo de la moda y las costureras y bordadoras en una zona del distrito berlinés de Neukölln, mayoritariamente de origen turco y marroquí. Ello esta dando oportunidades de trabajo local, el valor añadido de la producción social y una nueva dimensión en términos de cohesión social a uno de los barrios mas desfavorecidos de la capital alemana.
Desde las estrategias de las ciudades hacía una economía creativa se debe plantear un enfoque integral, no solo desde el punto de vista de las disciplinas y la gobernanza, sino también desde la perspectiva de la integración territorial de barrios y entornos urbanos con potencial de desarrollo pero que se encuentran en situación desfavorecida o simplemente con un ubicación o tamaño que no les permite una visibilidad inherente.