La infección por clamidia es la infección bacteriana de transmisión sexual más frecuente, afectando a millones cada año, especialmente jóvenes sexualmente activos. La mayoría de los casos no son registrados porque generalmente las personas con infección por clamidia no tienen síntomas y no buscan pruebas. Se estima que 1 de cada 15 mujeres sexualmente activas de 14 a 19 años tiene clamidia.
El Centro para el Control de Enfermedades de Atlanta, EEUU señala que las personas contraen la clamidia al tener relaciones sexuales con alguien que tiene la infección. “Tener relaciones sexuales” quiere decir sexo anal, vaginal u oral. La clamidia aún puede transmitirse incluso si un hombre no eyacula. Las personas que han tenido clamidia y han sido tratadas pueden infectarse nuevamente si tienen relaciones sexuales con una persona infectada.
La clamidia también puede transmitirse de una madre infectada a su bebé durante el parto.
El daño inicial que causa la clamidia a menudo pasa desapercibido. Sin embargo, las infecciones por clamidia pueden causar problemas de salud graves.
En las mujeres, la infección no tratada puede extenderse hacia arriba hasta el útero y las trompas de Falopio (los tubos que conducen los óvulos fertilizados desde los ovarios hasta el útero), que causa la enfermedad inflamatoria pélvica.
Cualquier adolescente sexualmente activa debe ser evaluada por la presencia de clamidia en su tracto vaginal. Que esto no se haya incorporado a la practica habitual de la Pediatria de Atención Primaria es uno de los defectos más graves de la medicina preventiva en la edad pediátrica.
El cultivo de las clamidias es algo prolijo, pero actualmente existe una prieta de PCR que es de fácil ejecución. En los varones se puede realizar en la orina del primer chorro, con una alta fiabilidad.
El tratamiento de la infección por clamidias es, naturalmente, antibiótico
¿Nos lo tomamos en serio?
X. Allué (Editor)