Llegamos, nos sentamos y nos tomaron nota de las bebidas mientras disfrutábamos de un aperitivo de aceitunas y puré de berenjena, tras lo cual empezamos a degustar el cocido. Servido en tres vuelcos, empezó con una sopa impresionante, de sabor casero estilo "ladetuabuela", con su cebolleta y la guindilla. De las mejores sopas de cocido que hemos tomado... luego la duda, repetir o no repetir, disfrutar más o dejar hueco para lo que venía después... repetimos todos.
El segundo vuelco llegó con los garbanzos, del tipo castellano, grande y con muy buena cocción y textura que venía acompañado de las verduras: repollo, zanahoria, patata y bola (o relleno), una parte del cocido que solo suelo catar por no llenarme mucho pero que aquí me terminé.
La carne vino servida en dos tandas, una primera con chorizo, morcillo, gallina, jamón, dos tipos de tocino y morcilla (que no se estila mucho en el cocido madrileño la verdad). La bandeja era impresionante lo que nos hizo sospechar que era una ración para tres así que lo preguntamos y nos dijeron: "si, nos hemos equivocado pero callad y comed que ahora traigo más".... y vino más... un plato con más jamón y un par de huesos de caña riquísimos.
De postre, una piña natural para bajar la comida y café solo. Todo nos salió por 60 euros, el cocido para dos (21€ PAX), media frasca de tinto más que digno, una Coca-Cola y una botella de agua. La comida terminó con un chupito invitación de la casa, unos detallitos para nuestro hijo y con la sensación de haber comido divinamente lo que hace que este lugar suba a los primeros puestos de nuestra lista.