Llega otro exquisito post de mi amiga Patri. Tan delicioso como los postres que elabora, de los que espero que algún día hablemos. En su buena compañía les dejo:
Hay sensaciones únicas, placeres que complacen a casi todos los sentidos y a casi todo el mundo. Ir en el coche cantando The Black Keys con las entrañas, la brisa fresca del verano a orillas del mar después de un buen baño, el gazpacho de mamá, una sábanas ricas y, la favorita de Iván, sumergirse en el agua del mar y disfrutar de su silencio mientras duren las burbujas de aire. En este sentido cada cual tiene sus neuras y sus inspiraciones. Bienvenidos sean todos esos momentos que si tuvieran replay perderían su potencial. Luego hay inspiraciones más particulares. A unos les pone el rum rum de los motores y a otros, como a mí, el rock y la vida, a veces olvidada, de los muebles; especialmente la de las sillas. Qué tendrán las sillas que tanto me llaman…¿Cuatro patas?
Una más de mis debilidades es sentarme sobre ellas y soñar con las posibilidades que tiene o qué lugar podría ocupar. Saber que es única por su estructura o por las huellas que el paso del tiempo ha dejado en ellas. Me rechiflan los tesoros y de eso va hoy la cosa, de sillas, de ayer pero también de hoy, de la rehabilitadas y reproducciones. Empezamos con esas que tiñen de romanticismo cualquier escenario que se precie.
Estructuras de madera que hablan por cada una de sus vetas, de acero, con curvas que según bailen hablan de un estilo u otro, de fibra, cuero, poliuretano… obras de arte con nombre propio pero con distinto ADN. Un baile de sillas en el que ni una sola desentona, cada una reza su discurso y si se mezclan ,casi siempre, suena música. Fíjate porque más de una es de Ikea.
Que la Eames no falte. Cualquiera de sus versiones es siempre bienvenida.
Nunca he sentido debilidad por el amarillo. Creo que sólo tengo un vestido de fiesta y una camisa. Dos piezas que curiosamente no serían lo que son de no ser por su color. Pero las cosas de la vida, las modas o tal vez un embarazo ausente de antojos pero sí caprichoso por los cambios que dejó en mi lista de gustos, se empeñan en introducirla una y otra vez en mi vida por arte de magia. Algo tendrá este color además de ser pájaro de mal agüero en las artes escénicas. Al final, por arte de magia, resulta que me parece una de las mejores opciones para esos muebles de madera que necesitan algo de ayuda para potenciar su personalidad. Ahí van, vestidas de amarillo para triunfar y dando la bienvenida a los cambios.
La habrán visto mil y una veces. Esta silla de los años 50 es la Era Tapiovaara y en esta foto es el ejemplo perfecto que evidencia el potencial del amarillo. Además de fuerza, dota a la silla de una personalidad arrolladora.
Vía: thedesignchaser, ikea,rosaclará, thegiftsoflife, warmdeco, arquidecoracion, maisondumonde, ide-asinteriorismo...By La Camera