El Instituto de Biología y Medicina Experimental de Argentina (Ibyme-CONICET) desarrolla compuestos a base de uva y té verde para combatir la endometriosis, una enfermedad que afecta a un millón de argentinas y puede provocar dolores pélvicos agudos y esterilidad. Los resultados de los experimentos son muy alentadores.
La efectividad de estos compuestos naturales fue comprobada en células provenientes de pacientes afectadas por endometriosis y en ratones hembras. “Hace casi 20 años que estudiamos esta patología benigna, que se caracteriza por la presencia de focos de tejido endometrial fuera de la cavidad uterina. Este es el tema principal de investigación en nuestro laboratorio”, aseguró la doctora Rosa Inés Barañao, del Ibyme-CONICET.
“Los tratamientos actuales son costosos y cruentos”, agregó Barañao a la Agencia CTyS. Es por ello que el desarrollo de drogas a base de elementos naturales, de costo inferior a las que se encuentran en el mercado y que no generan efectos colaterales, sería una gran ayuda para el millón de argentinas que padecen esta enfermedad.
Los resultados en la fase experimental son muy alentadores. “La idea es encontrar terapéuticas alternativas a las actualmente disponibles, para poder contrarrestar esta patología que puede generar esterilidad y afecta al 10% de las mujeres en edad fértil”, apuntó la investigadora del CONICET Gabriela Meresman.
La endometriosis es una enfermedad recurrente y muchas jóvenes deberán tratarse durante toda su vida reproductiva, por lo cual es necesario que la medicación sea lo más inocua posible, es decir, que no genere efectos colaterales.
“En aquellas mujeres con dolores agudos o crónicos, buscamos que las terapéuticas ataquen directamente a sus lesiones y no les afecten el ciclo menstrual, porque de otra manera se inhibe la posibilidad de embarazo”, agregó Meresman. De hecho, uno de los objetivos es que la mujer embarazada no se vea obligada a abandonar el tratamiento durante la gestación.
En el Ibyme analizan los factores que promueven la proliferación del endometrio fuera de la cavidad uterina y, para contrarrestar la patología, estudian los efectos de distintas drogas, algunas de ellas a base de elementos naturales, como el resveratrol, un polifenol presente en la uva y en vinos, y el EGCG, que se encuentra en el té verde, por ejemplo.
El endometrio afectado tiene características particulares, que permiten el desarrollo de la enfermedad: sus células crecen más y mueren menos de lo normal, lo que técnicamente se define como un proceso de apoptosis lento.
Los investigadores tratan de determinar las causas e indagan sobre las irregularidades en los niveles de citoquinas y en la funcionalidad de macrófagos y células NK, encargadas del sistema inmunológico no específico, y de la presencia de aromatasa P450, esencial en la biosíntesis de estrógenos. “Nuestras primeras investigaciones se basaban en lo que ocurre en el ambiente peritoneal, sobre todo desde el punto de vista inmunológico. Pero luego, notamos que también había alteraciones en el endometrio eutópico, el que recubre el útero”, señaló Barañao.
El Ibyme prueba los compuestos naturales en células provenientes de pacientes afectadas por esta patología, como así también en ratones hembra Balb/C, a los que se les debe inducir una endometriosis artificial, a través de una cirugía.
Para el cultivo de células, es muy importante el aporte de los médicos ginecólogos de Capital Federal y el Conurbano que forman parte de la Sociedad Argentina de Endometriosis (SAE), los cuales, tras practicarle biopsias a pacientes con endometriosis, le proveen una pequeña fracción del tejido al Ibyme.
La otra línea de investigación para el desarrollo de nuevas terapéuticas se vale del bioterio. Debido a que la endometriosis se desarrolla solamente en el humano y en algunos monos, y sería muy dificultoso trabajar con primates, los científicos del Ibyme provocan esta enfermedad en ratones hembras, de manera artificial, a través de una cirugía. A partir de esta cirugía, los investigadores pueden realizar estudios in vivo sobre posibles tratamientos médicos, y los resultados que obtuvieron fueron muy buenos.
“Sobre este modelo animal hemos logrado inhibiciones muy importantes del crecimiento de las lesiones endometriósicas, inhibiendo algunas moléculas específicas implicadas en la patogénesis, es decir, la causa directa para la generación de la endometriosis”, destacó Meresman.
Los científicos del Ibyme cuentan con otra estrategia: controlar la angiogénesis, es decir, el desarrollo de nuevos vasos sanguíneos, puesto que las lesiones generadas por esta enfermedad precisan vascularizarse para sobrevivir en un sitio ectópico. Los resultados de los experimentos en células y en el bioterio son muy prometedores y, según anticipó Meresman, ya están cerca de lograr el traspaso a la clínica.