Comer fuera de casa en verano cuidando nuestra alimentación

Por Ana46 @AnaHid46


Playa, montaña, sol, ocio, descanso y relax….estos días del año siempre consiguen que descansemos y renovemos pilas para afrontar de nuevo la vuelta al trabajo y a la rutina, pero ello no es motivo para bajar la guardia y llegar a casa con unos kilos de más ¿verdad?.
Hay que prestar especial atención a la hora de comer fuera de casa, esas cañas y pinchos antes de ocupar mesa y de todo el picoteo diario que practicamos estando en la playa o en la terraza de un bar.
Lo importante es seguir comiendo sano, disfrutar de nuestras vacaciones y cuidarnos cómo hacemos el resto del año.
Al comer fuera de casa, hay que elegir bien y con cabeza, nunca con la vista. Los enfermos renales tenemos que procurar no comer demasiadas grasas y fritos, para evitar sobrecargar nuestro organismo y que nos aumente el colesterol y los triglicéridos.
Carnes. Las escogeremos con poca grasa y a ser posible sin salsas ni rebozados. Pollo, conejo y pavo pueden mezclarse en multitud de ensaladas, sólo hacen falta que estén preparadas a la plancha y la carne cortada en finos trozos.
Pescados. ¡Que ricos! y que saludables son, pero deben ser preparados también sin salsas ni rebozados. Los que se preparan al horno en su propio jugo tienen muy pocas calorías, el besugo, la dorada, la lubina etc.. quedan geniales hechos al punto sólo con un poquito de limón.
Postres. De nada te servirá cuidarte en los platos principales si después te metes entre pecho y espalda una gran copa de helado con nata y sirope de chocolate. La fruta es, sin duda, nuestra mejor opción. A ser posible fruta de temporada, cerezas, sandía y albaricoques te harán hacer una digestión mucho más ligera y sin tantas calorías acumuladas en tu organismo.
Bebidas. Agua, agua y agua, aunque los zumos naturales también pueden ser muy refrescantes. Hace calor pero te aseguro que tomar continuamente bebidas con gas y cervecitas frías no te quitarán la sensación de sed. El agua fresquita te ayuda a sobrellevar el calor, te hidrata por dentro y lo notarás tú y el color y aspecto de tu piel. Esto no quiere decir que no tomes alguna cervecita o  una copa de vino,o algún refresco (¡¡estás de vacaciones, que narices!!); pero lo importante es no abusar y controlar todo lo que ingieres ya que muchas bebidas sólo son calorías inútiles.
El picoteo. Aquí es donde más caemos (y yo misma me incluyo) en vacaciones. No nos podemos resistir a tomar un aperitivo en un "chiringuito" o en una terraza de un bar. Se puede hacer, pero siempre con mucho cuidado y procurando que después la comida sea ligera y compensando el exceso de calorías ingeridas en el aperitivo.
El desayuno puede ser cómo siempre se recomienda, con un poquito de todo para estar toda la mañana en forma pero sin embargo la comida debe ser lo más ligera posible. La siesta pocas veces nos la saltamos y si la practicamos con 800 calorías en el estómago tendremos todas las papeletas para que nos toque la lotería de los kilos de más. A la hora de la cena siempre comemos menos pero no nos damos cuenta de que seguramente trasnochemos y que no nos acostemos hasta bien entrada la madrugada, y al no acostarnos a la hora habitual, el hambre vuelve a hacer acto de presencia.
¿Y que está abierto para comer a las 4 de la madrugada?, pues seguramente nos cueste mucho encontrar algo que no sean bocadillos, hamburguesas o perritos calientes. Si a esto añadimos que hemos bebido alcohol o refrescos ázucarados¡estamos perdidos!. Es preferible cenar más en casa o fuera y llevar en el bolso alguna barrita de esas que nos aporten energía sin tener que tener el estómago lleno de lo primero que te encuentres.
Ana Hidalgo