Más de medio siglo después la ciencia ha limpiado su reputación, ahora sabemos que el huevo no es malo, de hecho puede ser recomendable comer uno o dos huevos para desayunar por ejemplo, pero ¿por qué?. Principalmente por su alto contenido en proteínas, su capacidad para aumentar nuestra masa muscular e incluso para ayudar a reducir la presión arterial.
Todo esto es beneficioso tanto para los más jóvenes en edad de crecer como para los más adultos para cuidar su salud. Además el huevo contiene todos los aminoácidos esenciales que nuestro cuerpo necesita e incluso estudios recientes publicados este mismo año han observado una mayor absorción de nutrientes de los vegetales crudos cuando van acompañados de huevos cocinados.
Lo que antaño preocupaba era su aporte de colesterol, hoy sabemos que los huevos son ricos en colesterol bueno (lipoproteínas de alta densidad o HDL), es decir, sus lipoproteínas ayudan a retirar y transportar el colesterol de las arterias para que llegue hasta el hígado, donde es excretado.
Básicamente lo que sabemos actualmente es que cuanto mayor sea el nivel de colesterol bueno (HDL) menos colesterol malo (LDL) tendremos en nuestra sangre, ¿y sabes qué? un sólo huevo te aporta la mitad de la ingesta diaria recomendada de colesterol bueno.
Así que tanto nuestros músculos como nuestro corazón se benefician de comer huevo, pero no son los únicos, resulta que este sencillo alimento también aporta antioxidantes, que pueden contribuir por ejemplo a reducir el riesgo de sufrir cataratas o degeneración macular, y ya que estamos con la vista podemos remarcar que aporta una saludable dosis de vitamina A, la cual desempeña un papel importante en el desarrollo de la visión.
Por tanto, si desde pequeño has oído una y otra vez que comer huevos a diario es malo, reprograma tu mente porque la ciencia se equivocó, pero rectificar es de sabios y por eso no han dudado en rectificar cuando han podido verificar que este alimento barato y sencillo es realmente sano.
Eso si, consumido con moderación y cocinado con poca o ninguna grasa, como los huevos pasados por agua o escalfados.