Nutrición y comportamiento siempre van de la mano. ¿De qué forma podemos cambiar nuestro comportamiento para comer mejor? Una herramienta muy utilizada es el nudge (se puede traducir en castellano como "empujón" o "impulsos") y se define como las "intervenciones que, respetando la libertad de elección individual, guían a los sujetos en la dirección más provechosa para su propio bienestar" (la definición está extraída de este post del blog de la Fundación Gaspar Casal que firman José María Abellán, David Jiménez y Juan del Llano). Ya hemos hablado muchas veces de este tema, pero hoy lo volvemos a traer porque hace unas semanas se ha publicado un metaanálisis muy interesante que ayuda a entender el funcionamiento de los nudges en el ámbito de la nutrición y la alimentación. Su título es “Which Healthy Eating Nudges Work Best? A Meta-Analysis of Field Experiments". Los autores clasifican los nudges en tres grupos: cognitivos, afectivos y de comportamiento.Los nudges cognitivos se centran en ofrecer información al consumidor. Por ejemplo, las etiquetas con datos nutricionales, los semáforos asociados a la calidad nutricional del producto o la visibilidad de la comida saludable en los supermercados o cafeterías. Los nudges afectivos se basan en la interacción con otras personas que ofrecen consejos (cuando el cajero te dice si prefieres algo más saludable o si el camarero te recomienda una ensalada en vez de unas patatas fritas) o en la apariencia de la comida (por ejemplo, si la comida saludable se describe de una forma más apetecible que la no saludable).Finalmente, aparecen los nudges de comportamiento. Estos buscan cambiar el comportamiento sin que el usuario o cliente se de cuenta o cambie su forma de pensar. Estos nudges funcionan sin la colaboración del consumidor. Por ejemplo, cuando la opción saludable en la cafetería es más fácil de conseguir o de consumir (fruta cortada, cercanía, etc.) o la modificación del tamaño del recipiente (reducir el tamaño habitual del recipiente de comida no saludable y/o aumentar el tamaño de la comida saludable). Un buen ejemplo de la cercanía y la colocación de la comida es este estudio de 2013 que señala que en los buffets, el 75% de los comensales cogieron la primera comida que vieron. Pero, ¿cuál es la opción que mejor funciona? En el artículo, y tras revisar diversos experimentos, se comprobó que los nudges de comportamiento eran los de mayor éxito, frente a los cognitivos (etiquetas) que tenían un efecto muy bajo. Esta infografía resume las conclusiones del metaanálisis:
Los viejos trucos del supermercado de colocar la comida en una zona u otra, o a una altura concreta, tiene un efecto muy importante en lo que compramos (lo mismo en los restaurantes, los menús, etc). Pero claro, ¿quién presiona más para colocar un determinado producto en el supermercado? Quizás el problema sea que, aunque conocemos estas herramientas, la industria alimentaria también las conoce y las utiliza desde hace muchos años. Tal vez si apelamos a la responsabilidad de los establecimientos... Quién sabe.Por cierto, si quieres leer algo más sobre nutrición, etiquetas o industria alimentaria, te recomendamos varios libros:- "Come comida real" de Carlos Ríos (sí, el del realfooding). - "El jamón de york no existe: la guía para comprar saludable y descubrir los secretos del supermercado" de Marian García (más conocida como Boticaria García).