Dentro de las recetas para alcanzar la eterna juventud, la alimentación ocupa un lugar prioritario. En función de lo que se consuma, es posible frenar el proceso natural de envejecimiento, restaurar el equilibrio interno y mejorar la calidad de vida. Para el doctor Manuel Sánchez, responsable de la Unidad de Nutrición, Dietética y Antiaging de la Clínica Planas, «no existe una dieta universal, pero sí unas pautas generales que pueden ayudarnos a mejorar nuestra alimentación. Conviene comer poco, pero de forma equilibrada y asegurando la ingesta de lo que nuestro organismo necesita, pero de nada servirá sin la práctica diaria de ejercicio físico». Sin embargo, no basta con comer menos.
«Es preciso que la dieta cumpla con determinadas características y se adopte de forma progresiva. Si la dieta es inadecuada, puede acelerar el envejecimiento en lugar de combatirlo», advierte Sánchez.
En la alimentación antiaging es más importante, según la doctora Laura Salvador, responsable del área de Medicina Antiaging de Antiaging Group Barcelona, «lo que no se debe comer. Hay una serie de alimentos, sobre todo las grasas trans, saturadas y exceso de azúcar que nos envejecen de forma importante. Debemos volver a la fruta y verdura fresca junto con las proteínas de alto valor biológico, mucha agua y té verde. Actualmente se están buscando sustancias que tengan un efecto parecido al de la restricción calórica y, entre ellas, se encuentra el resveratrol como las uvas y la quercitina presente en la cebolla y el curry». Esta misma opinión la comparte Antonio Ayala Gómez, catedrático de Bioquímica de la Universidad de Sevilla, director del grupo de Investigación de Bioquímica del Envejecimiento y miembro de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (Semal), quien añade que «no deberían faltar los alimentos que tienen más cantidad de antioxidantes como tomates, aguacates, fresas, frambuesas, arándanos, los brócolis, las coles en general, las zanahorias, cítricos, uvas y espinacas, entre otros. Todos ellos tienen compuestos protectores que nos van a permitir mantener la salud por más tiempo».
La forma de elaborar los alimentos supone un factor determinante para luchar contra el paso del tiempo. «La cocción debe manternerse a una temperatura inferior a cien grados ya que, a partir de ese valor, los alimentos sufren una serie de modificaciones que los convierte en tóxicos. También conviene evitar las frituras y la cocción al vapor es una opción muy saludable. Asimismo, hay que tener en cuenta el material de los utensilios de cocina, auténticos intermediarios entre los alimentos y el aparato digestivo. Cada metal o material empleado para cocinar distribuye la energía y actúa sobre los productos de distinto modo», dice Sánchez.
En los últimos años se ha puesto de moda el consumo de antioxidantes a través de suplementos nutricionales como terapia antiaging. Sin embargo, Salvador advierte de que «para realizar una suplementación con antioxidantes deberíamos realizar un análisis previo para saber cuáles son los más adecuados en cada caso. Si no se hace de una forma racional, podemos causar más daño que beneficio». En cuanto a las cápsulas de resveratrol, componenente principal del vino, Ayala advierte de que «es difícil imaginar qué efecto puede llegar a tener una administración continuada de resveratrol, sobre todo si se tiene en cuenta que las dosis necesarias están por establecer ya que su uso no está exento de efectos secundarios». Somos agua en un 70 por ciento y, por ello, la ingesta de este líquido no debe pasar desapercibido. «Es fundamental en una dieta antiaging, pero debemos controlar tanto la cantidad como la calidad de la misma», incide Salvador.
**publicado en "LA RAZON"