En estudios realizados en los Estados Unidos con ratones blancos, para los que diez días corresponden científicamente a un año de vida en el hombre, los resultados recogidos fueron los siguientes:
• Si se come todo lo que se desea comer, sin discriminación, la duración de la vida oscila entre los 60 y los 70 años.
• Cuando se come apenas lo necesario, más un pequeño margen de reserva y cuándo los alimentos son escogidos cualitativamente, de manera que suplan las necesidades del organismo, se llega en buen estado a los 80 años de edad, con la capacidad todavía de hacer trabajo útil.
• Cuando se come cuantitativamente algo menos de lo necesario, la capacidad de trabajo puede ser ligeramente reducida, pero la duración de la vida puede prolongarse.
Se comprobó que el desarreglo alimenticio figura en primer lugar entre los factores que más abrevian la vida. Por regla general, quien come mucho tiende a actuar poco; quien come de forma moderada tiende a actuar mucho y quien come demasiado poco, se inclina al reposo por falta de energías.
Hoy en día hay que tener en cuenta que buena parte de estos desarreglos, que nos pueden perjudicar más mañana, vienen originados por los horarios de trabajo. Aún así, en interés de la salud, debemos dedicar un considerable espacio de tiempo a la comida. Es buena la costumbre de aprovechar el descanso para una siesta; concurre no solo al bienestar general, sino también para la prolongación de la vida.