Toda vez que el ébola atravesó la negras fronteras de África la experimentación de los posibles remedios avanza. La semana que viene comienzan los ensayos de una de las vacunas para combatir la enfermedad. Al mismo tiempo nos comunican que un nuevo ensayo en monos del suero ZMapp obtiene un 100% de eficacia cuando la anterior cifra no llegaba al 50%.
En los últimos años se han ensayado varios remedios para intentar combatir el virus del ébola. En estas mismas páginas hemos analizado todos los medicamentos que se prueban para luchar contra la enfermedad de este virus. Los ensayos en humanos con una vacuna comenzarán en unos días en Estados Unidos, después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunciara que la epidemia podría afectar a 20.000 personas en África Occidental de no detenerse (yo pienso que ha sido clave que enfermaran occidentales para que se desarrollase la campaña de comunicación que por defecto ha activado la búsqueda de fármacos ad hoc).
Recordad que tras conocerse el acuerdo con el Gobierno estadounidense las acciones en Bolsa de la compañía Tekmira, otra de las que rueba un fármaco para el ébola, se dispararon. Son varios los proyectos privados que cuentan con el avala de los NIH.
Hasta ahora este tipo de acuerdos han estado rodeados de secretismo. Y no parece que la cosa haya cambiado. Habrá que estar atentos. ¿Quién no desea que la humanidad pueda disponer de un remedio para esta enfermedad? Pero no ha de aceptarse a cualquier precio o al altísimo precio -en todos los sentidos- que marcan los laboratorios.
Por otro lado, nos cuenta Emilio de Benito en El País que el suero ZMapp que se dio experimentalmente a Miguel Pajares y a los dos misioneros estadounidenses, entre otros, ha conseguido curar a 18 macacos infectados por el virus del ébola en el último experimento efectuado, que ha publicado Nature. Se trata de una eficacia del 100%, ya que en el ensayo participaron 21 monos: 18 a los que se dio el Zmapp y tres que no lo recibieron. Estos últimos fallecieron.
Llama también la atención que los anteriores estudios con este suero calificado hasta antes de usarlo en el sacerdote español como “mágico”, sólo fueran efectivo en un 43%.
No quiero terminar sin ofrecer un dato para la reflexión ética. El virus del ébola no es nuevo. Mata en África desde la década de los años setenta del siglo pasado. Allí desde hace tiempo se conocen plantas medicinales efectivas para la enfermedad. Pero no son estas la que centran la atención de las entidades investigadoras occidentales pese a que sería lo sensato.
La explicación resulta sencilla: como no se pueden patentar los “bienes naturales”, sólo lo que se crea de manera artificial no es rentable para un laboratorio privado trabajar con esas plantas (sí lo sería, entendiendo por rentabilidad la social, para instituciones públicas).