Hoy siento la necesidad de escribir y expresarme en relación a los cambios que una persona experimenta cuando acaba de recibir un trasplante.
Me referiré al trasplante renal, aunque las sensaciones, las emociones y los sentimientos deben ser muy parecidos al tratarse de otro órgano (hígado, pulmón, corazón....).
Cuando una persona padece una enfermedad crónica terminal y, en el caso de la insuficiencia renal crónica, tiene que depender de una máquina para sobrevivir, la esperanza de ser trasplantada la mantiene con ánimos y con fuerzas para seguir luchando. Todas estas personas se agarran "a un clavo ardiendo", mientras esperan el ansiado y vital riñón, hígado, corazón..... que les haga "renacer" y les cambie la vida.
Algunas de estas personas llegan al trasplante cuando están al límite de sus fuerzas y de sus vidas. El órgano que esperan es la última oportunidad de vivir, ese órgano con el cual renacerán y con el que podrán volver a vivir, a soñar, a disfrutar de sus seres queridos. En esos momentos, ni el enfermo ni su familia se plantea de dónde proviene y que clase de persona sería el donante. Sí que hay una pequeña curiosidad, de hecho llevas en tu interior parte de alguien que ha fallecido, pero al ser la donación completamente anónima, se queda en eso... una curiosidad.
¿Cambia la vida? ¡Si!, ¡Por supuesto que sí!
Cambia tu vida y cambias tú, y no porque te hayan trasplantado junto al órgano "el alma del donante".
Da igual que el órgano recibido sea de una persona negra o blanca, de una persona culta o inculta, de un delincuente o de un monje, de un policia o de un bombero, alta o baja.......... da igual. Los tesoros en forma de órganos que albergan en su interior obran "milagros" al devolver la vida a muchas personas....... es maravilloso.
Los sentimientos, emociones y la sensaciones se empiezan a notar ya en el hospital.
En el caso de las personas que necesitan un riñón, el instante en que realizamos la primera micción, después del trasplante, es algo maravilloso que incluso nos hace llorar. Para una persona sana y que no esté implicada en el mundo de las personas con enfermedades crónicas, esto puede ser incomprensible. Hay que pensar que una persona con enfermedad renal y en diálisis no orina o lo hace muy escasamente. Por eso, para nosotros, el orinar por primera vez nos emociona tanto.
Poco a poco, al ir cobrando fuerzas el apetito va aumentando, porque normalmente no se tiene demasiada hambre y los alimentos, sobre todo verduras, han de ser puestos a remojo y cambiar el agua varias veces, con la pérdida de sabor (aunque podemos poner hierbas arómaticas para potenciar los sabores). Esto se debe a la dieta tan estricta que hay que llevar mientras se está con tratamiento de diálisis.
Una vez trasplantado, comes con gusto y saboreando los alimentos antes prohibidos.
Físicamente también se cambia mucho: el color vuelve a tu rostro, aumentas de peso (por hambre y por los corticoides), el pelo se fortalece y cobra brillo, recobras las energías y la vitalidad ........es estupendo.
Vuelves a tener proyectos y sueños, a realizar cosas que antes no podías por encontrarte mal físicamente .
Hay personas que notan como les cambia el carácter, ¡¡ pues claro !! La alegría y la ilusión remplaza a la tristeza y el decaimiento, tanto físico como moral.
Esto son solo unos pequeños trazos de como cambia la vida después de un trasplante. Pero son muchísimos más..... percibimos la vida de otra forma, apreciamos los pequeños detalles y nos emocionamos con facilidad.
Ana Hidalgo