La envidia es una emoción muy humana que pude producirse a cualquier edad. Sin embargo, es muy habitual que los celos se produzcan entre hermanos. En este tipo de situaciones, aumenta la rivalidad y la competencia entre dos personas. Por este motivo, los padres siempre deben tratar de forma equitativa a los hijos evitando mostrar cualquier signo de preferencia puesto que un hijo puede sufrir mucho cuando siente que sus padres prefieren al otro hijo. De hecho, los padres deben reforzar a los hijos en sus virtudes y también, ayudarles a corregir sus defectos. Por esta razón, el amor de los padres es infinito y generoso. Pero especialmente, es positivo para los hijos.
La envidia se produce con más facilidad en aquellos hijos que tienen una enorme diferencia de edad. Por ejemplo, puede suceder que un niño haya crecido como hijo único hasta los ocho años y entonces, sepa que algo va a cambiar ante el nacimiento de un nuevo hermano. Por otra parte, en las familias numerosas, la ayuda mutua entre los hermanos es más palpable puesto que por circunstancias han aprendido a compartirlo todo de una forma más positiva.
La envidia entre hermano suele ser un fenómeno temporal puesto que con la madurez y el crecimiento, los hermanos tienden a unirse. Por tanto, los padres no deben preocuparse en exceso por este tema. Lo que sí es esencial es que los padres animen a cualquier hijo a alegrarse por las cosas buenas que le suceden al otro. Esta actitud puede mitigar los efectos de la envidia que en sí misma es la tristeza por el bien que le sucede al otro. Es decir, aquella persona que tiene envidia sufre interiormente ante los logros ajenos porque se fija en su propia carencia. Además, no sólo se puede tener envidia de objetos materiales sino también, de bienes espirituales como por ejemplo, el carisma de una persona, su alegría o su carácter.