Antes de convertirme en la persona más sana y ordenada que soy, solía enfrentar cada mañana como una tarea tediosa que me resultaba estresante y difícil de realizar. Despertador a las 7:25, café bebido, ducha, encontrar ropa limpia para ponerme (aunque no fuese la que mas me combinase ;-), poner el desayuno a mi hija dejando todo manga por hombro y correr rápidamente para librarme del atasco mañanero que, por unas cosas u otras solíamos encontrar de camino al colegio. ¿Poco atractivo, no?
Evidentemente esta rutina no me ayudaba a comenzar el día de la mejor manera, por ello, forzada por el malestar y estrés vital que sentía, decidí cambiar mi rutina. Por eso hoy quiero compartir contigo estos pequeños trucos que me ayudaron a sacar mejor provecho del día y comenzar de otro modo mas productivo. Aprendí que la manera de levantarse condiciona más de lo que pensamos el potencial que somos capaces de desplegar durante el día.
Prepárate la noche anterior
Deja la cocina recogida, ningún hada va a bajar a recogértela y, con solo 10 minutos, puedes hacer maravillas en tu pila de fregar. No hay nada más agradable que encontrar una cocina recogida para poder preparar los desayunos adecuadamente a la mañana siguiente.
Escoge la ropa que te vas a poner y recomienda lo mismo a tus hijos. Deja tu bolso, dinero, documentos, etc. preparados. Revisar lo que necesitarás llevar la noche anterior te libera de una carga de estrés matinal que puede ayudarte a enfrentar el día con otra energía.
Compra una libreta
Cada noche antes de dormir escribe tus 3 prioridades para el día siguiente. Será una de las cosas que primero veas al despertar y te centrará en lo que es importante para ti. Al acostarte haz lo mismo para el día siguiente.. también puedes aprovechar para anotar los momentos, personas, cosas... por las que estás agradecido.
Levántate media hora antes
Intenta privarte de un rato de televisión, lectura, tableta, etc. cada noche e irte un poquito antes a la cama. Con solo levantarte media hora antes, puedes aprovechar para estirarte y sentarte a meditar durante cinco o diez minutos. Enfoca tu atención en la respiración, inhalando profundamente por la nariz y exhalando por la boca, recreando tu mente en un punto fijo y a la vez soltando todos tus pensamientos u observándolos sin juzgarlos. Luego concéntrate en el ruido del exterior. A medida que vayas desarrollando una mayor capacidad para enfocar tu atención, te resultará más fácil concentrarte e incluso desearás meditar por más tiempo.
Recoge tu habitación
Ventila tu cuarto, unos minutos serán suficientes. Recoge tu cama y tu ropa. Este pequeño gesto hace que tengas una sensación de orden y equilibrio que se trasladará a tu coche, escritorio de trabajo, etc. El desorden es algo que puede parecer secundario, pero si no haces ese esfuerzo por tenerlo a raya, las pequeñas cargas de incomodidad en tu entorno irán acumulando sensaciones desagradables a tu alrededor acabando por afectarte negativamente de algún modo.
Desayuna
El desayuno hace que no te sientas hambriento durante la mañana, llegues sin ansiedad a la hora de comer y que tu energía esté a punto para que tu cerebro funcione adecuadamente.
Haz algo de ejercicio
Si eres de los afortunados que tiene cerca el trabajo, vete caminando. Si no, reserva un tiempo a medio día para pasear, es suficiente con caminar de 20 a 30 minutos a paso ligero cada día. Esto hará que tu cuerpo segregue endorfinas, hormonas que aumentan la sensación de bienestar para enfrentar las horas de la tarde con ligereza.
Tu cita en el fisio, hacer la compra, ir a tu clases particulares, ayudar a tu familia, estudiar, etc. se hará con más alegría si tomamos ese tiempo para cuidar de nuestro entorno cada mañana y nos preparamos física y mentalmente.
¿Qué otra cosa puede hacer que comiences el día de mejor manera?