Pero esta no es una responsabilidad única de los centros educativos, fuera de ellos, los padres y el resto de personas significativas en la vida del niño tienen que fomentar la extinción de cualquier tipo de conducta abusiva así como estar muy atentos a las señales que puedan ver en sus hijos para poder detectar a tiempo un caso de acoso.
Es fundamental que los padres tengan una muy buena comunicación con los hijos creando un ambiente de confianza en el que los niños se sientan cómodos para poder contar lo que les está pasando. Pero aunque lo ideal sería que ellos nos los contaran, esto no siempre ocurre.
Son varios los motivos por los que deciden no contarlo: pueden sentir vergüenza por estar en esa situación que ellos consideran de debilidad, miedo a represalias de sus agresores, miedo a no sentirse comprendidos, miedo a que no les crean, miedo a la reacción de sus padres, miedo a la reacción de los profesores o compañeros cuando se enteren, etc. Por ello es fundamental estar a alerta de diversos síntomas que pueden aparecer en estos casos:
- Apatía, irritabilidad o estado anímico triste.
- Pasa mucho tiempo en su cuarto y se muestra poco comunicativo.
- Reticencia a salir a jugar con sus amigos.
- Disminución del apetito.
- Disminución de la autoestima: poca determinación a la hora de hacer actividades, inseguridad con los deberes de clase, mala autoimagen, etc.
- Disminución del rendimiento académico.
- Invención de malestares físicos (dolor de cabeza, dolor de estómago, fiebre, etc) como excusas para no ir al colegio o para que los padres vayan a recogerle.
- Problemas para dormir.
- Aparición de miedos que antes no existían o que ya se habían superado.
- Aparición de episodios de enuresis (incontinencia urinaria) cuando ya se había alcanzado el control vesical.
Puede que aparezcan varios síntomas o sólo alguno, en cualquier caso es conveniente hablar con el niño e intentar que se exprese. La primera medida que debemos tomar es ponernos en contacto con el colegio para que examinen la situación y paralelamente pedir ayuda profesional. Tratar el tema con un profesional es importante puesto que a los niños en estas situaciones les cuesta expresar lo que piensan y sienten.
En el proceso de detección del problema es crucial que el niño se sienta protegido y tenga claro que se van a tomar medidas frente al problema, puesto que uno de los mayores miedos en estos casos es sufrir represalias por parte de los acosadores.
Las consecuencias de sufrir acoso escolar pueden ser muy negativas sobre todo si es una situación mantenida en el tiempo y en la que los compañeros son testigos de lo que está ocurriendo pero ninguno hace nada para evitarlo. La indefensión del niño frente al problema va creciendo a la vez que aumenta la influencia negativa en la personalidad del mismo, la cual en el periodo escolar está en pleno desarrollo. También es el momento en que el niño está desarrollando su identidad. Por ello es fundamental que el niño trabaje con el profesional la autoestima y la autoimagen que tanto se ven dañados en estos casos. El profesional realizará un abordaje completo donde se trabajarán los aspectos indicados pero también se realizará entrenamiento en habilidades sociales y en asertividad ya que los niños con problemas en estos ámbitos son los más propensos a sufrir acoso escolar.
Uno de los factores que más va a influir en el pronóstico del niño es el tiempo de exposición a las situaciones de acoso escolar por ello es crucial detectar la situación lo más pronto posible y ponerse en contacto con profesionales para llevar a cabo el tratamiento adecuado.