Hoy hace 21 años que la que escribe recibía la primera comunión. Recuerdo aquel día con una exactitud que asusta.
El día de mi comunión mi casa estaba llena de gente, mi abuelo se paseaba por el pasillo con su traje con chaleco, mi tío llegaba con unos pendientes de plata de delfines que hicieron que yo quisiera quitarme aquellos de oro, rubíes y no sé que más que me habían regalado para ese día. Mis primos corrían de un lado para otro, mi padre se había bajado al bar de abajo a echar un rato con sus amigos, mi madre se desesperaba, la puerta de la calle estaba abierta y allí cada uno entraba y salía cuando le convenía y Utopia Video lo grababa todo. Porque si señoras, en el año 93 yo tuve vídeo de comunión durante los preparativos, en la iglesia y en la celebración… ! Lo bueno de esto es que ahora me echo unas risas con el vídeo y mi miniyo… Lo malo es que cuando una niña se pone nerviosa el día de su primera comunión, le da por decir que no la hace y que no sale de casa, que se vaya todo el mundo y eso también queda grabado. En mi vídeo de la comunión se ve como mi madre y yo tenemos una charla de mujeres, como me digno a posar con una cara de mala leche que ríete tú de los malos de cualquier película y como bajo la cabeza cuando soy consciente de que la cámara me graba.
Total, que lloré, eché a la gente de mi casa pero al final hice la comunión. Comulgué, bebí el vino (y no me enganché de milagro porque mira que me gusto), le tiré un beso a mis padres, canté el Yupiyaya con todas mis ganas, posé con mi familia, mi prima me tiró una coca cola por encima de mi vestido nada más sentarnos a comer, bailé con la orquesta y me caí… ¿Por qué estaba yo así hace justo 11 años? Nervios. Nervios y un elemento importante que no me gustaba nada.
Mi versión vestida de comunión llevaba un poco de base de maquillaje en la cara que no me gustaban. ¿Me maquillaron para la comunión? No os asustéis fue una cuestión de necesidad. La menda se cayó poco antes de la comunión de morros al suelo. Literal. Tan de morros que me dejé parte de los paletos en el patio de mi casa, mis labios fueron más grandes que mi cara durante unos días y una bonita postilla adornaba mi frente y mi nariz. He aquí el porqué de esa pequeña base de maquillaje al menos para no salir con postilla en las fotos. Lo de pegarme un tijeretazo en mitad del flequillo días antes mejor lo dejamos de lado.
Mi versión de comunión también llevaba un vestido de comunión que no me gustaba. Yo quería hacer la comunión por el vestido. Quería ser una princesa. Lo que no sabía yo es que por aquel entonces el mundo de los vestidos de comunión no estaba hecho para las princesas altas. Tengo que reconocer que para mis 9 años era alta, muy alta… Alta de esas a las que en las fotos en grupo con el cura la ponen atrás del todo al lado del cura. Alta.
Una vez terminado el tema eclesiástico y volviendo a montar un drama porque entre todos nadie se acordó de coger mi muñeca de comunión de casa llegamos al restaurante y una se empezó a relajar. Empezó a relajarse hasta que su prima decidió que con 4 años recién cumplidos era mayor para servirse la coca cola sola… Y me tiro la coca cola por todo mi vestido… Que si, que era feo pero al menos era blanco!!! Y ahora tenía una enorme mancha en mitad de la falda. Todo lo que quiero ahora a mi prima la odié en aquel momento. Nos chupamos los dedos con la comida, disfruté mucho con toda mi familia allí y llego el momento de cortar la tarta….
Maldita tarta. Yo presidía la mesa y acaba de recibir una bombonera llena de chocolate por parte del restaurante. Tocaba levantarse y cortar la tarta…. Y ahora si, drama. DRAMA. Situación: niña de comunión que se levanta, camarero que aparta silla de la niña, niña que corta la tarta, niña que se sienta sin mirar… Niña que termina de culo en suelo. ¿Y qué pasa en este momento? Algo que yo ahora también haría… La gente se escojona. Se ríen. Se parten. Sí, esa gente son tus primos, tus tíos, tus abuelos, tu hermano y hasta tus padres… ¡¡tus padres!! Mis padres lloraban de la risa y yo me levanté lo más digna que pude con mi cara de mala leche al cuadrado y sacudiéndome el vestido. Me senté y aquí paz y después gloria.
Y la comunión siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido… Mucho baile, muchas copas, muchos refrescos y a quitarse el vestido que esto se ha acabado y mañana hay colegio. Y a mi nadie me ha regalado esa televisión y esa Nintendo de la que hablaban otros niños de la clase…
18 años después llegó la hora de buscar mi vestido de novia. Y yo quería un corte griego o imperio. O un estilo hippy. Algo vaporoso sin mucho volumen y fácil de llevar….Ja! Comencé la búsqueda y mi madre supo desde el primer momento cuál era mi vestido. Y era un corte princesa. Y en mi búsqueda mis ojos se iban hacía los vestidos con vuelo y volumen. Nadie me imaginaba así en versión novia excepto mi madre. La cara de sorpresa de mis invitados, mis proveedores de boda, mi familia, mi chico.. fue un regalazo! ¿Y esto a qué viene? A que verás tú que de aquellos barros vienen estos lodos. Una vez pasada la boda, desvelado el gran secreto de mi vestido de novia, en una tarde de conversación sobre vestidos con volumen, sin volumen, cortes princesas y demás cuento que mi vestido de comunión no me gustaba. Hablo del volumen y del vuelo… y dos personas que estudiaron Psicología se miran y dicen ¡ajá! ¿Ajá? ¿Ajá qué? Empiezan a hablar de teorías, de traumas no materializados y terminan explicándome que mi adoración por los cortes princesas en los vestidos de novia, los maxi volúmenes y los vuelos vienen de ese año 1993 y mi vestido de comunión. ¡Toma ya! Y yo sin saberlo!!… y la verdad es que si lo piensas y eres como yo de las que creen que todo tiene un porqué.. aquí tenía el mío!
De recuerdo de mi vestido de comunión con cancan me quedan estas fotos… Donde llevo mi reloj de plástico favorito (gracias mala madre por olvidarte de quitármelo!!!!!) y donde el largo del vestido está disimulado…
Y me voy a festejar este 30 de mayo con algo blanco… Prometo no caerme!!!