A pesar de que, con el verano, la piel del rostro puede coger un bonito color bronceado (siempre con el debido protector solar pertinente), durante el día a día, muchas de nosotras solemos utilizar algo de maquillaje, ya sea para acudir al trabajo o en los ratos de ocio.
¿Pero? ¿Qué le ocurre al maquillaje en verano?
Según Teresa F. Quero, Directora de la prestigiosa Escuela de Maquillaje Asociación de Maquilladores Españoles para Cámaras y Focos ( www.asocmaquillacamarafocos.com), "Nuestra piel suda y tiende a engrasarse más cuando hace calor, lo que se traduce en anti estéticos brillos. Las zonas más grasas de la piel son frente, nariz y barbilla".
1 Huir de los maquillajes en polvo: El enemigo número uno del sudor son los maquillajes en polvo. Si aplicamos estos polvos en la cara y se mezclan con el sudor, aparecen surcos que restan naturalidad a la base de maquillaje. Lo mejor para el verano es utilizar texturas cremosas para que el sudor no haga efecto rebote.
2 Apostar por una base de maquillaje líquida: Como comentamos, olvidaos del polvo en verano. Optad por bases de maquillaje líquidas, ligeras, cremosas y que además tengan nutrientes beneficiosos para la piel.
3 Sellar el maquillaje con polvos traslúcidos: El objetivo es igualar todo el color del rostro y controlar la grasa de barbilla, nariz y frente. Además, el resultado será mucho más uniforme cuando apliques los polvos bronceadores.
4 No olvidar el protector solar: Antes de la base de maquillaje, debe aplicarse una crema con protección solar que se adapte a las necesidades de vuestra piel y que sea ligera para no recargar mucho el rostro. Durante el día podéis refrescar la cara vaporizando agua termal, o alguna bruma hidratante de nueva generación para conseguir un aire fresco y renovado en vuestro rostro.
5 Limpiar bien el rostro: Una buena rutina de higiene facial es clave para lucir un rostro sano y bonito. Un gesto imprescindible en cualquier época del año pero que gana relevancia en verano ya que sudamos más ensuciando la piel más de lo normal. La limpieza debe constar de dos fases: Primera: Desmaquillar con una leche, gel o aceite limpiadora, y segunda fase, Limpiar en profundidad con un jabón pH neutro óptimo para vuestro tipo de piel y realiza una exfoliación facial con mascarilla, por lo menos una vez cada dos semanas. Por la mañana podemos omitir la fase del desmaquillarse a no ser que no hayamos cumplido con el ritual de limpieza la noche anterior (cosa que NO os aconsejo).
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