Cómo escribir un tutorial DIY (I)

Por Paula Lesina

Desmesurado miércoles para esta bloguera que se levantó a las cinco de la mañana, recorrió más de cien kilómetros en transporte colectivo (flojitas dos horas de ómnibus por las rutas del este), con alerta meteorológica amarilla -y en contra de la voluntad de no-marido- para escribir este post. Sí, señor. Lo intuyo...en este momento te estás preguntando desde hace cuánto hago terapia para manejar mi transtorno obsesivo-compulsivo. Te cuento dos cosas: primero, que las medias tintas no son mi estilo. Y segundo, que la mejor terapia es escribir. Por eso, aunque un poco más tarde de lo habitual, publico el segundo post de la serie "Cómo escribir un tutorial DIY."


Editar, editar, editar.


En la entrada anterior de la serie, comencé a desarrollar las pautas básicas para la escritura de un tutorial DIY estableciendo tres pasos básicos en el proceso: 
- Preparación del material.
- Edición.
- Redacción del paso a paso. 
Si no leíste ese artículo, quizás quieras leerlo en este momento para estar al tanto de los primeros pasos, referentes a la preparación del material. Si ya lo leíste, sabrás que en lo que respecta a los blogs de las "Tres D", las imágenes son esenciales. Ilustrar el camino recorrido durante la creación es tan importante como describirlo con instrucciones concisas. 

Estoy sola con mi cámara.


No. No es una queja. Es que vamos a imaginar que te preparás para la escritura de tu próximo tutorial DIY. Tenés los materiales necesarios dispuestos sobre la mesa de trabajo, conocés el procedimiento sin titubeos y procedés a tomar fotografías de cada paso, mientras sorteás con elegancia los posibles tropiezos en la técnica que estás implementando. En estas circunstancias, un trípode para la cámara de fotos es tu aliado. Más que un aliado, tu mejor amigo. De esta forma, podés fotografiar el momento en el que tus manos creadoras llenan de colores el mundo e inspiran a las desmesuradas. 
Si sos así de prolija, te expreso mi más sincera admiración. Acabás de entrar en el "muro de la fama" de La Desmesurada. Si es que ya no estás en él. Lo habitual para quien escribe es la improvisación. El viejo y querido método de ensayo y error. Y afortunadamente, aprender de las equivocaciones con ánimo de enseñar cuándo se producen y cómo evitarlas. 
Ah...,me entendiste. ¿Vos también arruinaste un proyecto por el más absurdo de los ataques de ansiedad? Y obvio, lo volviste a intentar. ¿Además me decís que no tenés trípode? Si te consuela, yo y unas cuantas más, tampoco. No es una dificultad insalvable. Prestá atención. Mi primer consejo es "keep calm y aprenda del error" (o tomate algo fuerte para manejar las ganas de toquetear toda antes de que esté listo) Por lo demás, en lo que al trípode se refiere:
- O tenés un ayudante con buena voluntad que cree en tu proyecto personal y te apoya incondicionalmente como para aguantarte mientras sacás cien fotos de lo mismo desde todos los ángulos posibles.
- O sacrificás ciertas tomas -de ésas propias de un estudio profesional- en pos de fotografiar los pasos esenciales.
- O descubrís los beneficios de improvisar un trípode en cinco minutos.  Porque en definitiva, somos mujeres de recursos.

Partamos de esta base: si estás sola en el proceso de preparación del material gráfico, lo más probable es que  pienses en limitarte a fotografiar los pasos ya "terminados". Yo, por lo menos, encuentro muy difícil sacarme fotos a mí misma mientras aplico pintura -y presumo de manicura- en  el marco reciclado para atesorar recuerdos.  Digamos que no es una posibilidad acorde con mi zurdera... Los zurdos necesitamos toda la ayuda posible para adaptarnos a este mundo para diestros, así que, o ayudante o trípode improvisado. Apoyar la cámara sobre una superficie horizontal sólida también ayuda. Puede ser complicado para ciertas tomas, pero mejora su nitidez.

Paso 1, Paso 2, Paso 3


De mi post anterior, tengo muy presente el comentario de Eneah contando las desventuras vividas para tomar buenas imágenes luego de reciclar un objeto de grandes dimensiones. La incertidumbre de la luz y la lluvia. Y claro, la hernia de disco por bajar tres pisos un aparador (hermoso, dejame contarte desde ya) para tomarle fotos en el momento indicado. Si hay algo ingrato es saber que en un blog el trabajo "detrás de la computadora" no luce. El costo de comprar materiales, los malabares para hacer fotos mientras se cocina el almuerzo de tu familia, las horas de la madrugada dedicadas a editar, probar, experimentar...Hacer un tutorial DIY merece todo mi respeto, sea cual sea el resultado final. Sin embargo, si como yo, opinás que cuando llegaste al baile tenés que bailar, y que "si vamos a hacerlo, lo hacemos lo mejor posible" , dedicá cinco minutos a pensar en las siguientes recomendaciones:

1- Limpiá el escenario: 


Antes de empezar a disparar "sin ton ni son" como decía mi abuela María, observá atentamente el espacio a fotografiar. Vigilá la arruga rebelde en el mantel. Que no te arruine la foto una mosca jodida. Que no sea protagonista la mancha de humedad en la pared. Lo sé...¡qué exquisita me puse! Lamentablemente hablo desde la más pura de las experiencias personales: tengo un historial de fotos arruinadas por "algoquenovi".  Creéme: cuando hay una mancha de humedad, una mosca o una arruga rebelde, lo percibo antes que al objeto mismo. Tengo el ojo entrenado para detectar la irrupción del orden. Desearía tenerlo entrenado para prevenirla. Pero por esos misterios de los engañosos sentidos, no se da de ese modo. Al menos para mí. Generalmente este tipo de detalles los observo en la pantalla de la computadora, durante la edición final. Dicho lo anterior quisiera matizar la rudeza de la formulación: tampoco te fanatices. No es cuestión de empezar de cero porque descubriste una gota de pintura corrida. La imperfección tiene su encanto. Salvo el caso de la mosca sobre la torta frita que me parece poco higiénica, la arruga puede ser una seña de identidad.

2- Planificá la secuencia de imágenes antes de empezar a trabajar:


Aunque no seas la reina de la previsión, un esquema -mental o escrito- de los pasos a seguir puede ser de gran ayuda. Obviamente, cuanto más complicado sea el tutorial DIY  que realizas, mayor será la cantidad de imágenes ilustrativas que necesitás. A grosso modo, hay tres tipos de imágenes inexcusables:
- La de los materiales: podés hacer una lista escrita de los materiales utilizados y de sus posibles variantes para que el lector la imprima. Es una posibilidad. Otra posibilidad es registrar visualmente los materiales de tu proyecto. Si te decidís por esta última opción, el tutorial que vas a escribir puede prescindir de traductores. De esta forma, se amplía el público objetivo que puede acceder a él. Lo sé de primera mano. De mi experiencia como lectora: he seguido tutoriales de idiomas que no manejo ni en sus rasgos más básicos, orientada por las fotos. Por qué negarlo, también me aproveché de la inestimable  ayuda del traductor de Google. Que "translate" todo como si fuera suajili pero en definitiva, se deja entender.
- La de los "cambios de estado": y sí. De esta no te salvás. Cada vez que el material o la sustancia cambia de dimensiones, color, textura o estado, es necesario registrar una imagen ilustrativa. Tu lector lo necesita. Necesita verificar cómo va discurriendo el proyecto y comprender qué tiene que esperar. Qué es deseable y qué no. Estas imágenes incluyen la de posibles errores, ensayos maltrechos y/o todo material gráfico de las pruebas que realizaste y pueda resultar útil para quien quiera intentar seguirte. Como dije antes, un tutorial es un texto didáctico y desde mi rol docente, estoy convencida de que se aprende tanto más del error que del acierto.
- La del resultado final: Es la foto más satisfactoria y la que puede demandarte más esfuerzo. Es probable que debas tomarte el trabajo de armar una escenografía "especial" para el producto final. Después de lijar por horas, pintar al rayo del sol, coser  o tejer sin descanso, tu obra maestra merece el marco acorde para su lucimiento. Aunque no lo creas, una simple sábana blanca puede hacer milagros. Pero dejo el desarrollo de este aspecto para un post más adelante. Y obvio, estoy atenta a todos los trucos que me cuentes en tu comentario.

3- Usá enlaces externos:


Cuando por la razón que sea, no puedas comunicar un paso en particular con una fotografía propia, un enlace externo no es un pecado. Ni una claudicación. Siempre y cuando la pagina que selecciones como referencia sea útil para tu lector, va a agradecer la sugerencia tanto como el tutorial. Pensalo.

4- Editá las imágenes:


Picasa, Pick Monkey, Pixlr, son todos editores gratuitos on line que ofrecen variedad de opciones para que tus fotos menos esmeradas saquen lo mejor de sí mismas. Mi consejo: no te entusiasmes sumando efectos. Menos es más. En ocasiones, simplemente con seleccionar "mejora automática", la foto cambia radicalmente. Luego podés añadir textos u otros íconos que consideres apropiados. O simpáticos. Guiada por la intuición, sabrás cuándo "te pasaste" y es mejor revertir los efectos del Boken furioso que hiciste en un rapto de inspiración brillosa.  

Tutorial DIY: esto es todo por hoy...


Si te quedaste con ganas de seguir leyendo...te espero el próximo miércoles para profundizar en las formas de edición de imágenes y textos para escribir un tutorial DIY. También podés tomarte unos minutos más y profundizar en las estrategias de escritura para post, una de mis primeras entradas de esta sección. Si decidís despedirte por hoy, no te vayas sin saber que, a pesar de la voluntad escasa de los técnicos que tienen en sus manos la vida de mi laptop, voy a estar de este lado de la pantalla para seguir escribiendo. Y leyendo esos comentarios que me cambian el modo de ver las cosas. De hecho, si querés alegrarme el día gris y meteorológicamente alertado, contame tus propios trucos para editar los tutoriales. Seguro aprendo algo nuevo y en el trance, me olvido de los deseos poco cristianos de acogotar a los empleados de cierta casa de computación...