Mantener el cabello limpio es un hábito siempre recomendable, más allá de que tengamos pelo largo o corto, de que seamos varón o mujer. Algunas veces, sin embargo, el lavado del cabello puede resultar un tanto incómodo (por ejemplo, cuando hace mucho frío y no disponemos de agua caliente, o cuando estamos refriados o bajo alguna enfermedad que afecta nuestro sistema pulmonar). En esos casos lo más indicado puede ser recurrir a un lavado con champú seco.
El champú seco, como su nombre lo indica, no requiere ningún remojo previo de la cabeza y no debe secarse. Es una de las opciones más recomendadas para las situaciones en las que no tenemos acceso a agua limpia y tenemos el cabello sucio (también puede ser útil al estar en cama). También puede ser utilizado de forma alternada con champú normal en casos en los que la frecuencia de lavados convencionales irrite el cuero cabelludo.
Una de las opciones más prácticas en lavados con champú seco es el lavado con avena. Para hacerlo tenemos que rociar un bol lleno de avena molida con algunas gotas de aceite esencial de lavanda y mezclarlo muy bien. Después de cepillar el cabello con un cepillo fuerte esparcimos la avena sobre el cuero cabelludo y volvemos a cepillar quitándola (cepillar de atrás para adelante). Otra opción de lavado del cabello en seco es utilizar talco común. Simplemente esparcimos talco sobre el cuero cabelludo, aplicamos un suave masaje y cepillamos todo el cabello (esta alternativa es excelente para quitar el exceso de grasa que se acumula sobre la piel del cuero cabelludo). Si disponemos de harina de maíz también podemos intentar un lavado en seco (aplicar dicha harina sobre el cuero cabelludo, remover y cepillar con cuidado para eliminar todos los restos de maíz).