Cómo identificar los lunares peligrosos

Por Gabriel Giner @esaludcom

Los lunares son crecimientos o abultamientos con color que aparecen en la piel, producidos por unas células pigmentarias, llamadas melanocitos, cuando crecen en grupo.

Tener lunares es muy común, de hecho, no suelen ocasionar ningún problema para la salud. Cada persona tiene aproximadamente entre diez y cuarenta lunares a lo largo de su cuerpo, y pueden ir saliendo nuevos hasta cumplir los cuarenta años. A medida que la persona va envejeciendo, los lunares tienden a desaparecer.

Existen lunares marrones, negros o rosados y pueden ser planos o tener relieve. En cuanto a su forma, suele ser redonda u ovalada.

En ocasiones, algunas personas pueden tener algún lunar de aspecto diferente al habitual, bien por la forma, por el relieve o por el color. Estos lunares se denominan nevos displásicos y es necesario vigilarlos porque son más sensibles a terminar convirtiéndose en melanoma.

Ante cualquier crecimiento o alteración en un lunar, es recomendable consultar con el dermatólogo o con el médico de cabecera para realizar una valoración y descartar posibles problemas.

Cómo es un lunar sano

Generalmente, un lunar sano mide menos de cinco milímetros, aproximadamente como una goma de lápiz.

Tiene una forma regular, ovalada o redonda, con superficie lisa y borde bien definido. Es normal que el abultamiento sea en forma de cúpula.

En cuanto al color de un lunar común, varía dependiendo del fenotipo de la persona. Los rubios suelen tener lunares más claros que los morenos, que tienden a tener pecas de color oscuro. En todo caso, el color de la mancha suele ser uniforme, sin variaciones ni degradados.

¿Cuándo hay que preocuparse por un lunar?

A veces, salen lunares diferentes, que pueden ser un síntoma de una grave enfermedad llamada melanoma.

Si detectamos un lunar fuera de lo común, o que uno de los lunares habituales ha variado de aspecto, es importante visitar a un especialista médico de inmediato.

Qué es el melanoma

El melanoma es el más grave de todos los tipos de cáncer de piel. Tiene tendencia a propagarse rápidamente a otras partes del cuerpo y, sin un tratamiento inmediato, puede resultar mortal.

Es frecuente que los primeros síntomas de que se padece esta enfermedad sean los cambios en la textura, forma o color del lunar. La mayoría de lunares malignos posee una zona negra o negra azulada y suele tener un aspecto desagradable.

Cuándo preocuparse por un lunar

Algunos de los signos que indican posible malignidad en un lunar son los siguientes:

  • Asimetría. Cuando se observa que la forma de la peca es irregular, que sus mitades no son iguales o que sus bordes no se presentan lisos y uniformes, puede ser un indicio de melanoma.
  • Aumento de tamaño. Los lunares suelen tener un tamaño de hasta un centímetro de diámetro, si un lunar tiene un tamaño superior, es recomendable consultar con el dermatólogo. Pero, sobre todo, si uno de ellos empieza a crecer, ya que las variaciones pueden ser indicadores de patología.
  • Aparición repentina. Cuando un lunar aparece de manera repentina y comienza a adquirir un tono negruzco, es bastante probable que pueda dar problemas.
  • Cambios de color. Normalmente, los lunares tienen un color uniforme, si se nota que se producen cambios de color o que la peca tiene una especie de degradado, seguramente se trate de un inicio de cáncer de piel.
  • Inflamación, dolor, sangrado o picor son síntomas de malignidad en un lunar. Si se tienen estos síntomas, es urgente consultar con el médico, porque es posible que ya se haya desarrollado la enfermedad.

Si en la familia hay antecedentes de cáncer de piel, es importante que vigilemos más de cerca cada una de las manchas o pecas, ya que la genética ocupa un lugar muy importante en el desarrollo de este tipo de patologías.

¿Se convierten en melanomas los lunares comunes?

Generalmente los lunares comunes no terminan convirtiéndose en melanomas, es más habitual que puedan derivar en esta enfermedad los llamados nevos displásicos (lunares anormales).

Aún así, no es común que los nevos displásicos se conviertan en melanomas. Cuando una persona tiene más de cinco de estas pecas, tiene más posibilidades de desarrollar la enfermedad, por lo que conviene ejercer una vigilancia más intensa.

¿Es recomendable extirpar un nevo displásico?

Por lo general, los dermatólogos solo extirpan los lunares que crecen o que cambian. Puesto que la mayoría de nevos displásicos no termina convertida en cáncer, no hay necesidad de extirpar por prevención.

Aunque se eliminen este tipo de pecas, el melanoma podría desarrollarse en cualquier otra parte coloreada de la piel, por ello es mejor vigilar que extirpar.

¿Cómo se diagnostica un melanoma?

Si se observan signos de malignidad, el médico extraerá una parte del tejido sospechoso para enviarlo al laboratorio en busca de células cancerosas. Este procedimiento es relativamente sencillo y se puede llevar a cabo en la propia consulta del dermatólogo.

Una vez extraída la muestra, un patólogo determinará la existencia o no de células malignas mediante su observación al micoscopio.

Tratamiento para el melanoma

El tratamiento para un melanoma empieza con la extirpación de la parte de la piel afectada. Dependiendo de la etapa en la que se encuentre, puede recomendarse el uso de radioterapia, de medicina en crema o de quimioterapia.

Cómo prevenir el melanoma

La mejor arma para luchar contra el melanoma es la prevención. Aunque no siempre se consigue evitar esta enfermedad, si se vigilan los posibles síntomas, puede detectarse en etapas muy precoces y conseguir un tratamiento efectivo.

El sol es uno de los peores enemigos para nuestra piel y uno de los factores que más incide en el desarrollo del cáncer. Proteger la piel con un buen factor solar y evitar la exposición a las horas de máxima intensidad ayudará a prevenir el desarrollo de esta patología.

Es importante evitar exposiciones prolongadas o sin protección. La piel tiene memoria, por lo que conviene cuidarse desde las edades más tempranas y evitar quemaduras u otros daños producidos por el sol.

Ante cualquier duda, conviene consultar con un dermatólogo o con el médico de confianza.