Si es tu primera visita, me gustaría darte la bienvenida que te mereces.
- ¿Comes entre 12 y 18 huevos a la semana? ¡Qué barbaridad! Eso no puede ser bueno…
- ¿Cómo lo sabes? ¿Lo has probado?
- ¿Añades un taco de mantequilla a la pechuga de pollo o al plato de verdura de la noche? Te subirá el colesterol…
- ¿Cómo lo sabes? ¿Lo has probado?
- ¿No comes nada en 16 horas? ¿Y encima haces ejercicio intenso entre esas horas, en ayunas? Cualquier día te va a dar una pájara…
- ¿Cómo lo sabes? ¿Lo has probado?
- ¿Te pasas el día descalzo? Vas a acabar fatal de las rodillas y la espalda…
- ¿Cómo lo sabes? ¿Lo has probado?
- ¿Comes coco, aguacate, ghee o tocino a diario? Te vas a poner hecho una vaca…
- ¿Cómo lo sabes? ¿Lo has probado?
- ¿No haces nada de cardio? Deberías hacer entre media hora y una hora cada día, si no no quemas grasas…
- ¿Cómo lo sabes? ¿Lo has probado?
Y así podría continuar con un montón de ejemplos.
Dicen que se aprende haciendo. Y puedes hacer cosas desde la invención o desde la imitación. Inventar es cosa de genios, así que lo dejaremos para otro día. ¿Qué estamos haciendo, pues? Imitar, casi siempre imitamos, y eso no es nada malo.
El problema es que imitamos sin preguntar, sin cuestionar, sin probar otras cosas. Acatamos, nada más.
Sea como sea, tarde o temprano tienes que acabar probando, experimentando, y es a eso a lo que te animo hoy.
Claro, no hace falta que pruebes todo lo que te cuentan para comprobar si es cierto o no. No es necesario que saltes desde un séptimo piso para ver qué pasa. Es más, suele ser eficiente e inteligente aprovechar la experiencia de los demás. Para eso nos comunicamos, leemos, transmitimos cada cual lo que creemos oportuno.
Ahora bien, cuando vayas a imitar un comportamiento o a extraer un aprendizaje de la experiencia de otro, antes cuestiónalo, o como mínimo asegúrate de que no hay más opciones que esa. No tienes por qué imitar al primero que pasa -por ejemplo, la Jaula.
Y más cuando, sin restarle importancia a la alimentación, una de las cosas que te propongo es experimentar durante unas pocas semanas o meses comiendo esto o aquello. Hay que saber relativizar.
De hecho, si llevas toda una vida comiendo azúcar compulsivamente o saltándote la dieta mediterránea cada dos por tres y tampoco te ha pasado nada grave, no creo que vayas a morirte por estar cuatro semanas sin comer cereales, por ejemplo. En cambio, si lo haces, puede que te lleves una grata sorpresa.
No obstante, ya sea con los cereales, los huevos, las grasas o lo que más rabia te dé, por mucho que te diga yo o por mucho que te digan otros, incluyendo la teoría de los libros y las recomendaciones de las autoridades sanitarias, nunca conocerás al 100% la verdad, tu verdad, hasta que experimentes.
Hablando de aprender imitando, personalmente, más que recomendarte que me imites a mí -por favor, no lo hagas sin cuestionarme; sigo siendo un aprendiz que lo único que hace es experimentar consigo mismo-, lo que te aconsejo es que imites a la entidad más sabia que podrás encontrar nunca: la naturaleza.
¿Qué es lo último que has imitado y cuestinado, probado, experimentado?