1. Hacer Ejercicio. Esto mejora el ritmo cardiaco y, por tanto, la circulación de la sangre. Un cerebro bien irrigado mantiene en buen estado las conexiones entre las neuronas, que son esenciales para el pensamiento. Por tanto, el ejercicio suave suministra más sangre y oxígeno a nuestro tejido cerebral, evitando que se deteriore. 2. Buena alimentación. El consumo de alimentos ricos en antioxidantes –frutas y verduras, legumbres, frutos secos, té verde– no sólo ayuda a prevenir el cáncer, sino que neutraliza los temidos radicales libres que envejecen el cerebro. 3. Aprender siempre. Aunque nuestra materia gris empieza a envejecer a los 30 años, un aprendizaje constante permite mantener la agilidad. Para ello debemos procurar a la mente ejercicios juegos como el tetrix y nuevos desafíos. 4. Mantener la calma. el estrés debilita la región del cerebro denominada hipocampo, donde se forma y consolida la memoria. 5. Dormir suficiente. Un buen descanso nocturno duplica la capacidad para resolver problemas planteados el día antes. Esto se debe a que, mientras dormimos, el cerebro se mantiene activo y tiene tiempo de sintetizar lo que ha aprendido con anterioridad. 6. Reír. El humor estimula la generación de dopamina, esto nos ayuda a relativizar nuestras preocupaciones, con lo que evitamos que nuestra mente se ancle. 7. Aprovechar la experiencia. Lo bueno de hacerse mayor es que atesoramos un archivo con millones de situaciones que nos proporcionan criterio. Esta información podemos aprovecharla para afrontar problemas nuestros o de otras personas para los que una persona joven no está preparada.