Para resolver este problema lo más apropiado parece preguntar a los individuos dónde ponen los límites de los sucesos o episodios.
Se han realizado diversos estudios en los que se presenta a los participantes una película (entre 2 y 5 minutos) y se les da un pulsador para que indiquen dónde creen que finaliza un episodio y comienza el siguiente.
Al principio es importante no dar muchas pistas sobre qué se entiende por suceso o episodio, dando la máxima libertad y así obtener la información más fiable posible de la segmentación que realizan espontáneamente los sujetos.
Esos puntos que marcan los sujetos se denominan puntos de ruptura del relato.
Al parecer los resultados muestran que los sujetos suelen ser bastantes consistentes en el establecimiento de tales rupturas y que suele haber bastante acuerdo entre ellos.
Igualmente es importante señalar que los contenidos de la historia próximos a los puntos de ruptura suelen recordarse y reconocerse mejor posteriormente y además permiten una mejor reordenación de la historia si se trata de momentos más próximos a los puntos de ruptura.
¿Cómo decidimos la presencia de un punto de ruptura? Pues al parecer de dos maneras.
Por un lado la configuración estimular juega un papel importante, es decir, cuando se codifican los movimientos de los actores de las películas se ha observado que los puntos de ruptura coinciden con los cambios más marcados en los movimientos y desplazamientos del actor en la escena.
Por otro, cuando tienen lugar acciones que no concuerdan con el argumento, por ejemplo, si en la película el actor está realizando una persecución y de pronto se para y se quita un zapato y luego otro y sigue la persecución, en ese momento los participantes en la prueba indican que se produce un punto de ruptura de la historia.