Cómo ser conscientes de nuestras sensaciones sin rechazarlas

Por Clotilde Sarrió Arnandis @Gestalt_VLC

Es frecuente iniciar una sesión de terapia preguntándole al paciente cómo se siente y que éste, rápidamente, responda con un «bien» convencional, estándar e involuntario que muy pocas veces reflejará su verdadero estado anímico, pues so siempre somos conscientes, no ya de cómo nos sentimos sino de las sensaciones y emociones que pueden estar haciéndonos sufrir.

¿Qué son las emociones? Cómo explorar y descubrir las emociones

Es un hecho que el ser humano, aunque hable con frecuencia de las emociones e incluso de sus propias emociones, no sea consciente en la mayoría de las ocasiones de que las siente o de que éstas repercuten en su estado anímico y en su vida de relación.

Las emociones son ciertas reacciones de índole tanto psicológico como fisiológico, que plasman la adaptación del individuo ante ciertos estímulos (recuerdos significativos, vivencia de un suceso, percepción de lugares, objetos o personas). Psicológicamente, las emociones influyen en la atención y en las respuestas del individuo, así como también, fisiológicamente, modulan una batería de respuestas biológicas que van desde el lenguaje verbal y no verbal hasta manifestaciones del sistema nervioso autónomo como la frecuencia cardíaca y respiratoria, la salivación, la contracción de los músculos de fibra lisa (digestivos, urinarios, respiratorios), la sudoración, la dilatación de las pupilas o la rubefacción facial entre muchas otras respuestas de nuestro organismo.

Desde una perspectiva conductual, las emociones establecen en cada momento nuestro posicionamiento ante el entorno, y provocan en el individuo respuestas de aproximación o de alejamiento ante ciertas personas o situaciones. En estas respuestas, además de las características individuales definitorias de cada persona, influirá la educación que se haya recibido así como el ámbito sociocultural del grupo donde cada cual se desarrolla desde el nacimiento hasta la adultez.

Diferencias entre emociones y sentimientos

Aunque, por su similitud, las emociones y los sentimientos suelen ser confundidos y utilizados como dos términos conceptuales indistintos, hay ciertas diferencias que los identifican.

  • Los sentimientos son un estado de ánimo de índole afectivo, por lo general de larga duración, que surge a partir de las emociones experimentadas como consecuencia de nuestra vida de relación. Aunque en lenguaje coloquial utilicemos la palabra sentimiento para expresar ciertas experiencias sensoriales subjetivas, en el ámbito de la psicología, dicho término se aplica a aquellas experiencias subjetivas (como amor, celos, dolor o sufrimiento ) que son fruto de las emociones.
  • Las emociones son expresiones de tipo psicológico, fisiológico, biológico o también consecuencia de estados mentales consecuencia de la adaptación del individuo a los estímulos procedentes del exterior (seres, objetos, situaciones).

Generalmente, las emociones son causadas por la liberación de ciertas hormonas y neurotransmisores (dopamina, serotonina, noradrenalina, cortisol y oxitocina) que luego convierten las emociones en sentimientos. Es decir, es el cerebro quien se encarga de convertir las hormonas y neurotransmisores en sentimientos.

Las emociones tienen una carga de intensidad muy superior a los sentimientos, duran menos tiempo que éstos y tienen la misión de incitar a que el individuo actúe. Como ejemplo de emociones podemos citar la alegría, la tristeza, la felicidad, la sorpresa, la ira, el miedo, el asco o el asombro.

En Terapia Gestalt y siguiendo a Jean Marie Robine, la emoción se contempla como el punto de partida de toda experiencia que acaba manifestándose en forma de sensación física o corporal.

Tres diferencias básicas entre sentimientos y emociones

  • Los sentimientos duran más que las emociones, pero son menos intensos que estas.
  • Los sentimientos son consecuencia de las emociones.
  • Los sentimientos son la valoración que conscientemente hacemos de nuestras emociones, mientras que éstas son reacciones fisiológicas y psicológicas que surgen como consecuencia de ciertos estímulos.

No es lo mismo sentir que pensar

“No podemos amar si no podemos sentir, expresar dolor y rabia o bajar la guardia, del mismo modo que no podemos decir un sí rotundo si no somos capaces de decir igualmente un no de todo corazón”

(Michael Vincent Miller)

Consideremos que una represión constante y reiterada de las emociones (y por ende de los sentimientos por ellas generados) será causa frecuente de diversos conflictos emocionales.

Las sensaciones y las emociones son elementos fundamentales de una serie de conflictos que pueden hacernos sufrir y que no solucionaremos si no sabemos como hacer frente a las sensaciones y las emociones que les son inherentes.

En ciertas técnicas de psicoterapia, muchas veces se interviene en base a los pensamientos y a la acción aunque prescindiendo de qué es lo que el individuo siente, o bien, en el caso de que los sentimientos sean contemplados, se haga sólo con la finalidad de poder controlarlos. Estas técnicas, a la larga, suelen ser ineficaces ya que no trabajan con la comprensión de las causas emocionales generadoras del problema que origina el sufrimiento.

Resulta frecuente en la práctica psicoterapéutica que a los pacientes les cueste expresar como son sus emociones (tanto la alegría como la tristeza, el miedo…) y que las localicen en lugares convencionales como en el corazón o en el alma, cuando lo cierto es que las emociones y los sentimientos sólo se sienten en el cuerpo y no se piensan ya que, si así sucediera, serían pensamientos pero no emociones ni tampoco sentimientos.

Aprender a identificar las sensaciones

Consideremos las siguientes premisas:

  • No es necesario el conocimiento intelectual de lo qué es una emoción para tener la capacidad de sentirla
  • Emociones y sentimientos diferentes son muchas veces denominados con idénticas palabras por distintas personas (es frecuente que esto suceda cuando un paciente trata de explicarnos su ansiedad).
  • Para conocer, descubrir, explorar y redescubrir las emociones, no es necesario pensar sino sólo sentir.
  • Serán sensaciones todo aquello que se siente y su verdadera esencia la hallaremos en lo que sentimos cuando prestamos atención a nuestro cuespo y no a las palabras (dolor, quemazón, frío…) que empleamos para explicar a los demás lo que sentimos.
  • Las sensaciones siempre están presentes en nosotros aunque no seamos conscientes de ellas por no prestarles atención (por ejemplo, no ser consciente en este preciso momento de lo que se siente en el dedo meñique de nuestro pie derecho).

Un buen principio para tomar consciencia de las propias sensaciones y emociones es ejercitarse en la observación de las señales físicas que nos envía nuestro cuerpo, es decir, las sensaciones corporales. Probemos como ejemplo a sentir ese dedo meñique al que acabamos de hacer referencia hasta que seamos capaces de ser conscientes de su existencia.

Conforme se adquiere destreza en prestar atención o “darse cuenta”, las sensaciones van aumentando en intensidad. Pero, consideremos que también se intensifican las sensaciones cuando hay un estímulo intenso (por ejemplo una herida en el dedo del pié) que envía señales de malestar o dolor. En estos casos, sucede que a una persona entrenada en la identificación de sus sensaciones le será mucho más fácil controlarlas e incluso soportar mejor el dolor si previamente se ha adquirido la habilidad de saber rechazar las sensaciones desagradables.

Sensaciones corporales, emociones y pensamientos

Diferentes variedades de sensaciones en diferentes partes del cuerpo humano pueden ser interpretadas con diferentes respuestas emocionales por un individuo en una determinada situación.

En estas ocasiones, las sensaciones corporales estarán expresando emociones, y tendrán una estrecha relación con los pensamientos, de tal modo que un pensamiento que evoque un recuerdo desagradable podrá ocasionar sensaciones desagradables. Y también a la inversa, ciertas sensaciones desagradables a las que prestemos una excesiva atención, podrán predisponernos a pensamientos desagradables.

Si se ejercitan las habilidades necesarias para conocer los mensajes que nos envía nuestro propio cuerpo, le prestamos atención y aprendemos a autoexplorarnos sin rechazar lo que nos ocurre, será posible comprender cada vez mejor a nuestro cuerpo y aquello que descubramos será más fácil de asumir así como más improbable que nos genere pensamientos que nos hagan sufrir.

Clotilde Sarrió – Terapia Gestalt Valencia

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