Zapatos feos. Pues sí. Es que se llaman así. Bueno, lo dicen en inglés, que parece que queda mejor. Ugly shoes. Y es que son feos de verdad. Horrorosos.
Parece ser que es lo último. La última vuelta de tuerca. Parece ser también que son cómodos. Sólo faltaba. Algunos incluso son de marca y caros. Eso ya es el colmo.
Qué será lo siguiente. ¿Después de los zapatos feos, vendrá, por ejemplo, la camiseta sucia? Perdón, el dirty shirt. Mucho más cool en inglés. Vamos por ese camino. Y he leído que se llevan también las axilas sin depilar. Vaya. Justo ahora que he terminado de hacerme el láser, resulta que vuelve el “Donde hay pelo hay alegría”. Pelillos en el sobaco, dirty shirt y ugly shoes. Menudo look. Menudas pintas. Un poco de glamour, por favor.
Si miro al futuro me entra el miedo. Y no me refiero al calentamiento global, a la quiebra del sistema de pensiones o a la falta de oportunidades laborales para mis hijos. Qué también. Pero ahora mismo estoy pensando en las discusiones con mis hijos sobre el tema de la ropa. Hasta hoy nos peleamos porque la niña quiere ir siempre (y siempre es incluyendo al bautizo de su hermana) vestida de Frozen y el chico con el equipamiento de fútbol. No me quiero imaginar la escena dentro de 12 años. Me dan ganas de ir tomando ya un valium.