Es relativamente fácil identificar cuándo una persona es agresiva por el tipo de comportamiento que tiene: grita, se enfada fácilmente, pierde los nervios, puede usar la violencia física…Podemos decir que la rabia que siente se manifiesta abiertamente. Detrás de esa rabia hay un malestar psicológico y una frustración provocada por una falta de autoestima, miedo e inseguridad. Es decir, la persona agresiva se siente vulnerable y utiliza esa agresividad para sentir que tiene el poder y para que los demás no se puedan acercar a él.En Análisis Transaccional, decimos que la persona agresiva está actuando desde su Estado del Yo “Niño Rebelde” porque su miedo no le permite mostrarse tal como es y establecer relaciones auténticas.Cuando tenemos miedo o nos sentimos inseguros por el motivo que sea, en lugar de mostrarnos tal y como somos, adoptamos una conducta adaptativa para protegernos: la sumisión o la rebeldía.Desde la sumisión, haremos todo lo que los otros quieran para agradarles, pensando que complaciéndoles, obtendremos su afecto y reconocimiento. Son personas que no saben decir que no ni poner límites, que adoptan una posición de victimismo y de dependencia emocional ya que piensan que necesitan de la aprobación de los otros.Desde la rebeldía, nos crearemos una falsa imagen de autoestima y de autoconfianza para generarnos la sensación de poder y de control. Son las personas que necesitan dominar y humillar a los otros para sentirse mejor consigo mismas. Adoptan un rol de perseguidor y en casos extremos pueden llegar a maltratar física y/o psicológicamente.Tanto el comportamiento sumiso como el rebelde son relativamente evidentes pues tienen unos patrones relacionales y conductuales bastante definidos y hasta cierto punto predecibles.Pero, ¿qué pasa con las personas pasivo-agresivas? Son personas que tienen una baja autoestima y una gran inseguridad que les impide mostrar sus verdaderos sentimientos y personalidad. Al igual que la sumisión y la rebledía, es una conducta adaptativa en tanto que la persona utiliza este comportamiento para protegerse. Por tanto, también está actuando desde un Estado del Yo Niño adaptado oscilando entre la sumisión y la rebeldía.Es precisamente esta oscilación entre la sumisión y la rebeldía lo que hace que sea más díficil de detectar a una persona pasivo agresiva ya que su agresividad no es explícita sino que la ejerce a través de la pasividad.Es la típica persona que se compromete a hacer algo y de manera sistemática no lo hace, poniendo excusas, diciendo que se ha olvidado, que no ha tenido tiempo y asegura que no volverá a pasar.Hay una resistencia a pasar a la acción, a implicarse en una relación, a comprometerse realmente con algo. Es una pasividad constante que afecta a las relaciones que establece bien sean de pareja, de amistad o familiares.Tiene un carácter pesimista y derrotista que le lleva al victimismo y a la manipulación con frases del tipo: «Si ya sabes que yo intento cambiar, pero es que no lo consigo», «No te das cuenta lo mal que lo estoy pasando, es que todo me pasa a mí», «Yo te quiero pero no sé qué más puedo hacer». Esta combinación conforma un perfil desafiante que provoca un gran desgaste emocional en las personas con las que se relaciona.Es difícil detectar a una persona pasivo agresiva porque su personalidad confunde ya que puede ser agradable y al mismo tiempo exasperante tanto por su hostilidad camuflada de ironías y sarcasmos como por su pasividad.Es una persona que no ejerce una agresividad evidente sino que es precisamente su pasividad y su resistencia al cambio lo que constituye una agresividad encubierta que daña la relación y dificulta la convivencia.
Es relativamente fácil identificar cuándo una persona es agresiva por el tipo de comportamiento que tiene: grita, se enfada fácilmente, pierde los nervios, puede usar la violencia física…Podemos decir que la rabia que siente se manifiesta abiertamente. Detrás de esa rabia hay un malestar psicológico y una frustración provocada por una falta de autoestima, miedo e inseguridad. Es decir, la persona agresiva se siente vulnerable y utiliza esa agresividad para sentir que tiene el poder y para que los demás no se puedan acercar a él.En Análisis Transaccional, decimos que la persona agresiva está actuando desde su Estado del Yo “Niño Rebelde” porque su miedo no le permite mostrarse tal como es y establecer relaciones auténticas.Cuando tenemos miedo o nos sentimos inseguros por el motivo que sea, en lugar de mostrarnos tal y como somos, adoptamos una conducta adaptativa para protegernos: la sumisión o la rebeldía.Desde la sumisión, haremos todo lo que los otros quieran para agradarles, pensando que complaciéndoles, obtendremos su afecto y reconocimiento. Son personas que no saben decir que no ni poner límites, que adoptan una posición de victimismo y de dependencia emocional ya que piensan que necesitan de la aprobación de los otros.Desde la rebeldía, nos crearemos una falsa imagen de autoestima y de autoconfianza para generarnos la sensación de poder y de control. Son las personas que necesitan dominar y humillar a los otros para sentirse mejor consigo mismas. Adoptan un rol de perseguidor y en casos extremos pueden llegar a maltratar física y/o psicológicamente.Tanto el comportamiento sumiso como el rebelde son relativamente evidentes pues tienen unos patrones relacionales y conductuales bastante definidos y hasta cierto punto predecibles.Pero, ¿qué pasa con las personas pasivo-agresivas? Son personas que tienen una baja autoestima y una gran inseguridad que les impide mostrar sus verdaderos sentimientos y personalidad. Al igual que la sumisión y la rebledía, es una conducta adaptativa en tanto que la persona utiliza este comportamiento para protegerse. Por tanto, también está actuando desde un Estado del Yo Niño adaptado oscilando entre la sumisión y la rebeldía.Es precisamente esta oscilación entre la sumisión y la rebeldía lo que hace que sea más díficil de detectar a una persona pasivo agresiva ya que su agresividad no es explícita sino que la ejerce a través de la pasividad.Es la típica persona que se compromete a hacer algo y de manera sistemática no lo hace, poniendo excusas, diciendo que se ha olvidado, que no ha tenido tiempo y asegura que no volverá a pasar.Hay una resistencia a pasar a la acción, a implicarse en una relación, a comprometerse realmente con algo. Es una pasividad constante que afecta a las relaciones que establece bien sean de pareja, de amistad o familiares.Tiene un carácter pesimista y derrotista que le lleva al victimismo y a la manipulación con frases del tipo: «Si ya sabes que yo intento cambiar, pero es que no lo consigo», «No te das cuenta lo mal que lo estoy pasando, es que todo me pasa a mí», «Yo te quiero pero no sé qué más puedo hacer». Esta combinación conforma un perfil desafiante que provoca un gran desgaste emocional en las personas con las que se relaciona.Es difícil detectar a una persona pasivo agresiva porque su personalidad confunde ya que puede ser agradable y al mismo tiempo exasperante tanto por su hostilidad camuflada de ironías y sarcasmos como por su pasividad.Es una persona que no ejerce una agresividad evidente sino que es precisamente su pasividad y su resistencia al cambio lo que constituye una agresividad encubierta que daña la relación y dificulta la convivencia.