Cada persona crea su realidad.
Hasta hace unos años se pensaba que los genes controlaban nuestras vidas, lo que dio lugar a la idea de que éramos una
especie de robots genéticos.
Nuestros cuerpos, nuestra salud e, incluso, nuestro comportamiento se debían al ADN que recibimos de nuestros padres en el momento de la concepción y se consideraba
al núcleo –donde se encuentran la mayoría de los genes– como el cerebro de la célula.
Sin embargo, el Dr. Lipton descubrió que el verdadero cerebro de las funciones celulares era la membrana. Ésta hace de enlace entre el entorno interior y el exterior y puede contener
hasta 100.000 receptores diferentes en su superficie, cada uno de ellos capaz de recoger una señal del medio ambiente.
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Lo que percibimos a través de nuestros receptores es lo que entendemos como nuestra realidad, es decir, que nuestra
identidad biológica se encuentra, en realidad, en la combinación de esos receptores, que es diferente para cada
persona. Por lo tanto, existen 6.000 millones de formas distintas de percibirla realidad. O sea, que creamos nuestra
realidad a partir de nuestras creencias.
La mente subconsciente empieza a grabar todas las sensaciones e informaciones que percibe durante el segundo
trimestre del embarazo. También se encarga del sistema autónomo del cuerpo, controla los músculos, la respiración,
la digestión… Pero lo más importante es su capacidad de procesar la información, un millón de veces más
que la mente consciente. Es una supercomputadora
con una base de datos de comportamientos preprogramados que
interpreta más de 40 millones de impulsos nerviosos por segundo.
Y al mismo tiempo, controla miles de funciones del
cuerpo. Algunos programas proceden de nuestros instintos, pero la gran mayoría los adquirimos mediante nuestras
experiencias de aprendizaje.
La mente subconsciente es un mecanismo
rígido de reacción a los estímulos.
Cuando percibe una determinada señal en el ambiente, reacciona de una manera preestablecida. Es literal, entiende a
través de los cinco sentidos y solamente percibe el presente. En cambio, con la mente consciente usamos nuestra voluntad,
analizamos cosas, nos proponemos metas, podemos pensar en conceptos abstractos como el amor y hacemos
comparaciones con el pasado, así como proyecciones en el futuro.
La mente consciente (autoconsciente) crea el yo con quien nos identificamos y es la sede de la razón, aunque también sale de ella nuestra creatividad.
La mente subconsciente procesa un millón de veces más datos que la consciente.
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