Sin embargo en España la situación es diferente. En primer lugar más del 90% de los pacientes adultos es España no se realizan ninguna técnica inyectable. Y la inyección de rellenos es más frecuente en España que la inyección de Botox. Es decir, el Botox tiene mala fama en nuestro país.
Además en España el 70% de los tratamientos inyectables lo realizan pacientes mujeres entre 40 y 60 años, y la frecuencia de hombres tratados ha disminuido con la crisis, mientras que la frecuencia de mujeres tratadas con inyectables ha aumentado.
Otra estadística interesante: los pacientes en España gastan mucho más en cremas o en centros de estética que en tratamientos inyectables. De media la mujer española gasta 1.216 euros al año en productos cosméticos, 853 euros en centros de estética y 422 euros en botox o rellenos.
En mi opinión el mayor FRENO a la hora de tratarse, además del precio, es el temor a obtener UN RESULTADO NO NATURAL. Todos estamos acostumbrados a ver a nuestro alrededor, e incluso en “celebrities”, pómulos excesivos, caras paralizadas o labios grotescos.
Es importante que el médico conozca todas las técnicas estéticas de forma minuciosa así como tener un conocimiento exhaustivo de la anatomía facial para poder conseguir resultados naturales y evitar efectos secundarios. Y es fundamental educar TANTO A LOS PACIENTES COMO A LOS MÉDICOS EN QUE LOS RESULTADOS DISCRETOS SON LOS MÁS ELEGANTES.
El LENGUAJE QUE UTILIZAMOS TAMPOCO AYUDA. Constantemente usamos palabras como RELLENOS, TOXINA, INYECTABLE, VOLUMINIZADOR, etc. Estas palabras no ayudan a “tranquilizar” al paciente. Por ello ahora la tendencia es a usar la palabra “neuromodulador” en vez de toxina botulínica, o “inductor de colágeno” en vez de relleno.
Por último concluir diciendo que la dermatología moderna dispone de métodos no agresivos para ayudar a nuestros pacientes a envejecer con elegancia y discreción. El uso prudente de estas técnicas puede ayudar a nuestros pacientes a verse con la edad de la que se sienten.
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